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«Saqué la silla de la cabeza y la puse debajo de culo»

A vuela plumaFrancisco Vañó es un diputado del PP por Toledo que ha escrito «Perdonen que no me levante», un libro delicioso y muy divertido en el que se habla con toda naturalidad de la discapacidad. Francisco es parapléjico y llena las páginas de anécdotas, algunas hilarantes, que ha vivido precisamente por ir en silla de ruedas. Les aseguro que su lectura es la mejor terapia a la que uno puede someterse.

«Saqué la silla de la cabeza y la puse debajo de culo»
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-Según mis datos, usted es el primer parapléjico en la historia de la Democracia que ocupa un asiento en el Congreso de los Diputados, ¿es cierto?
-Sí, usted puede asegurar sin temor a equivocarse que soy el diputado más sentado de toda la legislatura.

-¿Qué es «Perdonen que no me levante»?

-Llamarle libro me parece pretencioso y con folleto me quedo corto, así que lo defino como un manual de instrucciones para afrontar de un modo natural la discapacidad. Lo que pretendo es, a través del humor, romper esa barrera que bloquea e impide actuar con normalidad al que habla con uno de nosotros.

-¿Cuántos años lleva como lesionado medular?

-40 años. En el año 1971 tuve un accidente del que fui culpable, por lo cual no puedo acusar a nadie, y viví la tragedia de darme cuenta de que ya no iba a volver a andar. Le aseguro que es muy duro, pero creo que fui capaz de reconducirla y, como suelo decir, conseguí sacar mi silla de la cabeza y ponerla debajo del culo. A partir de ese momento he tirado para adelante como uno más.

-¿En esos cuarenta años se ha evolucionado para hacerles la vida más fácil?

-Mucho. Ahora la sociedad tiene asumido que hay un sector de la población que padece limitaciones y que hay que pensar en ellos. Ha habido una evolución muy positiva, muy grande, aunque aún falta mucho para estar en la situación ideal que nos permita actuar con total libertad.

-Dice que hay gente que no sabe cómo tratar a un discapacitado. ¿Por qué?

-No lo digo en tono insultante, todo lo contrario. La gente quiere ayudarte y da pie a situaciones irrisorias. Un amigo mío ciego me contaba no hace mucho que le preguntó a un señor por una calle y el individuo se puso a darle las explicaciones al perro guía, como si el animal fuera a entenderlo. Yo cuando voy a un restaurante con mi mujer y pedimos una cerveza y un refresco, el refresco siempre me lo ponen a mí. Será porque suponen que tengo que conducir la silla y no puedo beber.

-En su libro cuenta varias anécdotas con personajes famosos. ¿Qué le ocurrió con el Rey?

-Eso fue en el aniversario de la Constitución, el Rey se acercó a mí, supongo que mi cara le sonaría porque ya me había saludado en alguna otra ocasión, y me dice: «¿Cómo está?, ¿qué le ha pasado que va en silla de ruedas?» y le contesté: «Majestad, llevo treinta años con la silla» ; a lo que él respondió: «¿Pero se encuentra mejor?».