Praga
La pala del pescado
Parece difícil resignarse a lo poco que uno haya conseguido en la vida y sin embargo se trata sólo de plantearse la idea de que cualquier destino sería bueno si hubiésemos empezado la carrera con la idea de no llegar demasiado lejos. Resulta sorprendente que mucha gente planifique sus vacaciones dándole importancia a que el lugar de recreo elegido esté lo más lejos posible de su casa, como si el placer fuese cuestión de recorrido y resultase imposible disfrutar deteniendo la marcha en cualquier sitio al doblar la esquina. Tendrían que detenerse a pensar que el lugar en el que viven sería envidiable para ellos si tuviesen su domicilio al otro lado del mundo. Para mí resultaría sin duda apasionante descubrir Compostela, la ciudad en la que siempre he permanecido y a la que apenas le he prestado atención. ¿Se necesita viajar a Praga para descubrir en un hotel de aquella capital lo tentadora que resulta a lo lejos la ciudad en la que nací? ¿Será que es en el confort de una cama de cinco estrellas donde un hombre siente nostalgia de aquel lejano momento de sexo, al lado de una mujer como de seborrea, en la rústica humedad meada de un pajar? Con frecuencia el dinero y la posición social nos alejan de las sensaciones en las que alguna vez estuvimos tan a gusto. Conmemoramos entonces con nostalgia los lejanos días de la niñez en el seno de una familia en la que la pasión y el cariño desprendían el mismo sincero olor fisiológico que el ganado. Tomando copas de madrugada en «Corzo», un tipo adinerado me confesó su decepción por los relativos premios de la prosperidad: «A veces mientras almuerzo con gente de negocios me miro las manos y me pregunto cómo fue que permití que la pala del pescado me impidiese la vieja sensación tan humana, tan espontánea, de comer con las manos aquellas cosas que pierden su sabor y su sentido por culpa de supeditar su degustación a los rigores casi antibióticos de la etiqueta. Es difícil dar marcha atrás desde mi posición, lo reconozco, porque la comodidad puede más que la nostalgia y mucho más aún que la conciencia, pero lo cierto es que incluso en algo tan personal como lo es el sexo tiene que resultar desalentador que en los besos de tu chica la única novedad estimulante sea la calidad del chicle». Yo raras veces me planteo mi destino en vacaciones. Por lo general al llegar estas fechas me doy cuenta de que en realidad ninguna agencia me ofrece algo que resultase más tentador, ni más exótico, que organizar en verano un viaje a mi interior.
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