Con la reina no se hace política

Nick Griffin, líder del ultraderechista Partido Nacional Británico (BNP), consiguió ayer que un simple té se convirtiera en un auténtico debate sobre el respeto o no hacia el proceso democrático. El político, siempre polémico por sus declaraciones sobre la inmigración y las minorías étnicas, había sido invitado a los jardines de Buckingham Palace para la tradicional merienda que cada año que celebra la reina Isabel II con ciudadanos de a pie. Pero en el último momento, se encontró con la puerta cerrada. Su presencia, en calidad de miembro del Parlamento europeo, no tenía nada de excepcional. Otras 8.000 personas iban a disfrutar también del té con «scones» y sin embargo, Griffin no permitió que la carta real pasara desapercibida a sus simpatizantes. Horas antes de que empezara el acto se vanaglorió en un programa de televisión y escribió en su web que así se demostraba «lo muy lejos» que había llegado su partido «en los últimos años». La reacción de la Casa Real no se hizo esperar. En un comunicado se mostró el enfado por «politizar de manera descarada la asistencia con fines políticos» y haber aumentado «la amenaza a la seguridad y la posible incomodidad para los muchos otros invitados». Sin quitarse el chaqué, Griffin declaró a los medios de comunicación que era un «escándalo absoluto». «Si a los representantes electos se les prohíbe las funciones estatales», «entonces la democracia británica está sobre arenas movedizas», matizó.