Novela
Los prostáticos por Marina CASTAÑO
Cuando hablamos de prostáticos nos referimos a hombres añosos, pelín decrépitos y que ya no están para mucho sexo, ni siquiera para poco. Y es que la próstata es esa glándula de fertilidad de los hombres, que con los años va aumentando de tamaño y que provoca no pocas molestias, sobre todo a la hora de ir al cuarto de baño para orinar, ya que este agrandamiento «aprieta» el conducto de la micción, convirtiendo un acto cotidiano en un «arco de iglesia». Esta situación del prostático es interesante también de comentar desde el punto de vista psicológico; el hombre inicia una carrera contra reloj con el paso de los años, porque va viendo venir el fin de su vida sexual, sobre todo cuando el urólogo le va comentando la evolución de su preciada glándula, fuente de procreación. Y más todavía cuando los niveles de PSA van rebasando los límites razonables. En otras palabras, cuando van delatando una posibilidad de cáncer: es en este momento cuando el mundo se les va cayendo encima, pensando en una operación, en una impotencia parcial o total, en una espada de Damocles para el resto de su vida pesando sobre sus cabezas, en una continuidad de ese tumor que desemboca en un cáncer de huesos… Pero no siempre es así, y hoy, a los prostáticos, se les aplican una serie de terapias avanzadas, de «última generación», dicen los cursis, que permiten un índice de supervivencia muy superior al de hace algunos años. Esa férrea vanidad del macho, que se tambalea cuando entra en esas edades en que la próstata comienza a dar señales de senectud, de decrepitud y de impotencia, se verá apuntalada cuando el especialista le abra nuevas puertas a la esperanza. A la esperanza de más vida.
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