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«Los cazadores de Thé»: una historia que hiela

A comienzos del siglo XX, una competición tuvo a Europa en vilo: la conquista del Polo Sur. Entonces se llevaban estas cosas. Amundsen, el noruego, se llevó la fama. Por poco: Scott, el inglés, llegó apenas un mes después, pero la gloria ya no era para él. Además, su viaje estaba maldito desde el comienzo: no logró resistir el camino de regreso y perdió la vida.

«Los cazadores de Thé»: una historia que hiela
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Sobre aquella historia de épica, una pequeña compañía madrileña ha creado un espectáculo, «Los cazadores de Thé». Pero Mr. Kubik, o sea, Fernando Sánchez-Cabezudo, es una formación original y su mirada es diagonal: en esta ensoñación habrá humor y drama, y en realidad no se trata tanto de Scott y Amundsen como de hablar de las obsesiones del hombre.Relación estrecha«Nos hemos basado en la historia. Hemos leído mucho y documentado a fondo. De hecho, a la entrada del teatro hemos creado una pequeña exposición de fotos históricas», comienza explicando el director y cineasta (suyo es el muy estimable thriller «La noche de los girasoles»). Pero, prosigue, «le hemos dado nuestra propia visión a la exploración y a la Antártida. Nos parecía un sitio un poco loco, capaz de contagiar esa sensación, con esas largas semanas sin luz y el frío. El espectáculo está enfocado en ese sentido: recorre ese paisaje de la locura, onírico. La famosa competición entre Scott y Amundsen la empleamos a modo de excusa, y explotamos su punto amargo, pero también el cómico». Habla en plural porque con él ha colaborado en esta ocasión uno de los nombres más respetados del teatro de clown actual, Hernán Gené. El montaje supone una pausa en la trilogía sobre el hombre contemporáneo de la compañía que arrancó con «m3» y «Gran atasco», y que cerrará en breve otro montaje, «Buro».Cuando preparaban el espectáculo el pasado verano, se conoció la noticia del fallecimiento de un montañero español en el Himalaya. Aquello tenía que ver, asegura Sánchez-cabezudo, con la reflexión que les ha llevado hasta este espectáculo: «¿Qué motiva a un explorador? A Amundsen era la fama. Scott aseguraba que lo hacía por el afán de explorar, pero en el fondo también buscaba la gloria».Para el director, esta «carrera absurda» debía interpretarse en idéntica clave, por eso hay algo surrealista en una historia en la que han convertido a Scott en protagonista y a Amundsen en un oso polar. Sí, han leído bien: «En la Antártida no hay osos polares. Pero se nos ocurrió contarlo así porque Amundsen en realidad quería ir al Polo Norte, donde había visto muchos osos. De hecho, estaba de camino, cuando supo que los americanos ya habían llegado. Decidió entonces dar media vuelta hacia el Polo Sur».