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Estados Unidos

Una buena lección

La Razón
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En nuestro país, cada vez que se produce un hecho con graves consecuencias, surge un gran debate social y político, muchas veces sin sentido, a veces grotesco, en ocasiones malintencionado, muchas ventajistas, que dura lo que dura y normalmente tan pronto como surgió, se olvida. Por lo general, el debate suele estar determinado por el resultado dramático o luctuoso del hecho, siendo éste, el resultado, el que marca el grado del mismo, lo cual impide vislumbrar las causas con claridad. Hace pocos días se ha producido un lamentable accidente de tráfico en el que fallecieron dos jóvenes como consecuencia de la terrible imprudencia de una persona que circulaba bajo la influencia del alcohol. El padre de una de los jóvenes nos ha dado una lección de responsabilidad y entereza propias de una persona extraordinaria. Vaya con estas familias mi solidaridad y respeto. Ante este hecho, algunos han abierto un debate, esta vez con cierto criterio de responsabilidad, sobre cómo trata nuestro código penal el homicidio involuntario o imprudente, el cual, cuando se comete como consecuencia del consumo del alcohol, debería estar más penado. Pero en otras ocasiones, las desgracias son utilizadas para abrir debates políticos, y tratar de obtener rédito con el mismo. En otros países, cuando se sufre un desastre, normalmente surge un sentimiento nacional de solidaridad y un intento general por buscar remedios para el futuro, sin querer obtener mezquina ventaja política a corto plazo. Quizá Estados Unidos sea un buen ejemplo, y quizá sea porque uno de los valores sobre los que se asentó el país fue la constitución de una comunidad en la que las personas se unen para ayudarse unas a otras. El presidente Obama, del que ya se habla menos en España, pronunció un discurso 12 de enero de 2011 en Tucson, en la ceremonia realizada en honor de la congresista Gabrielle Giffords y todas las víctimas del ataque del sábado 8 de enero de 2011, del cual resalto las siguiente frases: «cuando sucede una tragedia como ésta, es natural exigir explicaciones, tratar de imponer cierto orden en medio del caos y encontrarle sentido a lo que parece carecer de éste. Ya hemos visto el inicio de un diálogo nacional, no sólo sobre las motivaciones de esta matanza, sino sobre todo tipo de temas, desde los aspectos positivos de las leyes sobre la seguridad de las armas hasta la calidad de nuestro sistema de salud mental. Y gran parte de este proceso, del debate sobre lo que se podría hacer para evitar tragedias tales en el futuro es un ingrediente esencial del ejercicio de nuestra autonomía». A renglón seguido añadió, «pero en tiempos en que nuestro discurso ha pasado a ser tan polarizado, tiempos en que estamos demasiado deseosos de echarles la culpa por todos los problemas del mundo a quienes discrepan con nosotros, es importante que hagamos una pausa por un momento y nos aseguremos de estar hablando unos con los otros de una manera conciliadora, mas no hiriente». Llegó incluso a utilizar las palabras de Job, «cuando esperaba la luz, vino la oscuridad», quizá sea ésta la vertiente del presidente Obama que más disgusta a los que en España dicen admirarle. Siempre han sucedido y sucederán cosas malas, y hay que estar preparados para ello, primero para evitarlas en la medida de lo posible, y segundo para asumirlas cuando ocurren, evitando discursos simplistas. De las palabras de Obama, (en Estados Unidos, el mejor amigo de un pesidente es el que le elabora los discursos) deberían convertirse en fiel referencia de los que ejercen responsabilidades públicas. Un país es más grande cuando más creen todos en el mismo y en su futuro; cuando se ejerce el poder, la mejor forma de buscar el apoyo de los adversarios es ser humilde, estar dispuesto a admitir diferentes puntos de vista, y pensar que es bueno ser ayudado, pero esta petición ha de ser sincera y leal, guiados sólo por el bien del país, y pensando que el poder siempre se ejerce desde la legitimidad, pero también desde la interinidad propia de la democracia. Ningún Gobierno debería hacer planes estratégicos a largo plazo, si no es un plan asumido por la alternativa política, porque en una democracia lo que se debe pensar de verdad, es que el poder se ejerce por todos y no sólo por algunos. Un país grande como Estados Unidos se ha construido desde el respeto leal de las fuerzas políticas, las cuales asumiendo la legítima contienda, entienden al adversario como algo necesario y no como a algo que hay que anular. Por eso hay que ser respetuoso, pensar y hablar desde los valores y decir lo que se piensa. Pensando lo que se dice. Para ello es necesario creer en tu país como una empresa común y, sobre todo, respetar las reglas de juego, hay límites que nunca deben ser sobrepasados.