Crítica de libros
Alma joven
Ayer murió un joven, un alma limpia, la bondad en esencia. Veintidós años irradiando cariño, repartiendo felicidad. Toda una vida provocando amor. Hoy queda el silencio, la dicha de haberlo amado. Difícil entender por qué. La explicación sólo en la experiencia vivida, en la existencia disfrutada. No es justo ni comprensible. Lo sé. No hay desierto sino vergel. Ante la tentación del desánimo, prefiero acompañar los versos de Gabriela Mistral «…Y yendo hacia el Norte/decía tu voz:/Vamos a ver juntos/donde se hace el Sol …».
Preguntad a quienes lo han querido. Su respuesta es la certeza. Nacer, morir, no es la cuestión. El legado es la auténtica verdad. El de Eduardo es felicidad a raudales. No requiere cuidados, ni oración. Lo merece todo. Al contrario, nosotros necesitamos los de él, de sus rezos y asistencia.
Quiero acompañar con estas líneas mi sentimiento y solidaridad a quienes deja. No están solos. Hay tristeza, no desesperanza. Como decía Félix Luna «…cinco sirenitas te llevarán/por caminos de algas y de coral...».
Descansa en paz.
✕
Accede a tu cuenta para comentar