Actualidad

Excepcional escritura y un amigo infalible por Pere Gimferrer

La Razón
La RazónLa Razón

Hablé por última vez con Carlos Pujol menos de veinticuatro horas antes de su muerte y por primera vez en los años setenta. Por lo tanto, en cierta forma recorre toda mi vida y, aunque nos tratamos del modo más particular en cierta época de ella, muchas cosas son inseparables de su persona y su escritura. Se podría recordar a la persona excepcional, pero prefiero hablar de la excepcional escritura. Todos lo estimaban como crítico y como traductor; pero en su poesía y en su narrativa hay muchos resplandecientes tesoros escondidos, desde «Me llamo Robert Browning» hasta «La sombra del tiempo» o «La noche más lejana», para no hablar de libros que leí y luego él mismo destruyó a pesar de su valor: tal es el caso de «La memoria y los juegos» y, en verso, «Puerta del cielo».

Nadie olvidará a una persona tan verdaderamente única, pero quiero creer que ahora empezarán a leer y comprender a un escritor único. Era también en cierta medida mentor, y en cierta medida zahorí, y en cierta medida factótum de premios en los que he sido jurado, y su conducta en ellos era excepcional.

Pero el último escritor del que charlamos aparte de galardones era Miguel de Unamuno como poeta, que yo apreciaba más que Carlos, y el muy poco conocido pero recientemente estimado Raymond Abellio.
En general, era bastante difícil encontrar a un escritor distinguido e insólito que él no conociera muy bien. Y, como amigo, infalible.