Conciliación

El trauma de vivir un ERE

Las consecuencias van mucho más allá del terreno económico. Las relaciones personales también se ven afectadas. 

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Aparte de las duras consecuencias económicas, el trance de sufrir un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en las propias carnes, deja huella en cualquier persona. De hecho, un estudio realizado por la consultora Equipo Humano, en el que se ha encuestado a 250 personas de la Comunitat que han atravesado esta situación, revela que el 70 por ciento reclama mayor apoyo en esta etapa, mientras que el 80 por ciento asegura que desde que viven este drama, ha disminuido notablemente su autoestima.

Esto repercute también en la salud de las relaciones sociales y personales. Es más, un 70 por ciento de los afectados por un ERE declara que éstas también se han resentido. En definitiva, pérdida de autoestima, necesidad de un mayor apoyo y convertirse en víctima de la rutina, son las principales problemáticas a las que éstas personas deben enfrentarse en su nueva vida.

El director general de Equipo Humano, José Enrique García, asegura que «después del fallecimiento de un ser querido, la pérdida del trabajo es una de las situaciones más duras a las que un ser humano debe enfrentarse. El trabajo forma parte de nuestra existencia y está interrelacionado con todas las facetas de nuestra vida». Por eso, la situación de desempleo no afecta solamente a la vertiente económica.

La autoestima, la gestión del tiempo y hasta las relaciones sociales y familiares pueden sufrir un cambio brusco e inesperado.

Otro de los puntos clave de este informe se centra en cómo estos desempleados se enfrentan la coyuntura de la búsqueda de un nuevo empleo.

En este sentido, el estudio manifiesta la falta de optimismo con las que los parados afrontan esta situación, ya que solo el 30 por ciento cree que el empleo que encontrará, será aceptable. Más del 50 por ciento reconoce desconocer las técnicas idóneas para planificar su vuelta al mercado laboral.

Los expertos aseguran que la percepción de falta de apoyo, unida al desconocimiento de herramientas para la búsqueda de empleo, hace necesaria una orientación por parte de profesionales, tanto en el ámbito de la reinserción laboral como en el de la motivación, autopercepción y empleabilidad.

De los encuestados, el 36 por ciento eran mujeres y el 64 hombres. En cuanto a la formación, el 62 por ciento tenía estudios de ciclos de grado medio, superior o universitario.