Ibiza
La Tomatina de Buñol de cine
Más de 45.000 personas de todas partes del mundo acuden a la localidad valenciana para participar en la 65 edición de la festividad, una de las más multitudinarias de su historia
VALENCIA- A las ocho de la mañana un desbordante río de gente se encaminaba desde diversos puntos de la localidad a las inmediaciones del Ayuntamiento de Buñol para vivir la 65 edición de la Tomatina, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional.
Un caudal que bebía de dos modalidades distintas de afluentes: los que habían madrugado para no perderse ni un detalle de la jornada reina de las fiestas patronales; y aquellos que todavía alargaban la jarana de la noche anterior.
En este último grupo se podía encontrar a Hannah y Natalie, dos chicas belgas que, con su inseparable «bottle of sangría» en mano, habían llegado expresamente desde Ibiza, donde están pasando sus vacaciones de verano, para vivir la fiesta buñolense.
Poco a poco, el bullicio fue creciendo con la llegada progresiva de 45.000 personas ávidas de alegría y diversión que coparon la calle del Cid, la Avenida del País Valenciano y la calle San Luis, centros neurálgicos de las celebraciones. Allí eran recibidas con música y mangueras para ayudarlas a capear el sofocante calor y, al mismo tiempo, prepararlas para la gran «batalla».
A las once en punto llegó el gran momento con estallido de la carcasa que anunciaba el inicio de la fiesta, con la entrada de cinco camiones cargados con 100.000 kilos de «proyectiles» en forma de tomates maduros, procedentes de la cooperativa de Xilxes.
Empezó entonces la amistosa y colorista «batalla campal», en la que se hacía imposible situar una línea divisoria que delimitara distintos bandos. «Lo más divertido es liarte a tomatazos con tus mejores amigos», explicó Toni, un buñolero que acude a la Tomatina cada año «desde que tengo uso de razón, y no me la perdería por nada del mundo».
La edición de este año ha sido una de las más internacionales. A la participación de «guerreros» de una lista casi infinita de países, se unieron las cámaras de cine de Bollywood, para rodar secuencias de la superproducción «Sólo se vive una vez»; y una delegación del Gobierno de Corea, que ha recopilado información para su «Boryeong Mud Festival», en el que el protagonista es el barro.
El alcalde de la localidad, Francisco Giraldós, destacó que la Tomatina ha adquirido esta dimensión internacional «gracias a la hospitalidad de la gente de Buñol y a las especiales características de nuestra fiesta, que invita a la diversión y la fraternidad».
Un espíritu festivo que queda patente en la vestimenta de los participantes, que no dudan en lucir «modelitos» y buscar los disfraces más divertidos.
Entre ellos destacó el de un joven inglés autoproclamado como «Mr Tomato» que , ataviado con un disfraz de la hortaliza protagonista de la fiesta, calificó la experiencia como «una de las mejores de mi vida».
Tras una hora de lucha sin cuartel, la segunda carcasa anunció el colofón de la festividad. Fue el momento de lucir con orgullo las «heridas de guerra» y de retirar la marea roja que como cada año tiñó las calles de Buñol.
Un proceso que apenas dura hora y media, celeridad a la que contribuyen de manera decisiva los vecinos, que ayudan con sus mangueras a eliminar los resquicios de tomate que quedan en los participantes y las calles del municipio, en lo que se ha convertido en una seña de identidad de la festividad.
Como ocurre al final de toda celebración, llegó el momento de pensar en el año que viene. «Mr Tomato» lo tenía claro: «Volveré».
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