Andalucía
El negocio del paro
La realidad es diabólica. Un gobierno torpe condena a millones de españoles al paro y transforma el desempleo galopante en excelente oportunidad de negocio para los más avispados. Los sindicatos, por ejemplo. Cuántos más trabajadores pierden su empleo, más ingresos llegan a sus arcas. No porque aumenten las subvenciones públicas, que también, sino porque por cada trabajador incluido en alguno de los frecuentes Expedientes de Regulación de Empleo que se aprueban, CC OO y UGT cobran un porcentaje en concepto de «asesoramiento en la negociación» que se devenga de la cantidad que cada empleado recibe por su despido.
El dividendo que los desaprensivos extraen de la crisis ha adquirido una dimensión repugnante en Andalucía. Dinero público a espuertas para jubilaciones fraudulentas de personas en edad de trabajar que no han dado un palo al agua en su vida, pero tenían el carné político y/o sindical apropiado en la boca. El drama del paro convertido en lucro de sinvergüenzas que presumían de defender los derechos de los trabajadores. Desde que Luis Roldán, también militante socialista y de UGT, robó a los huérfanos de la Guardia Civil asesinados por ETA no asistíamos a un latrocinio tan moralmente abyecto.
No es casualidad que semejante vileza sea posible en la Andalucía de hoy: 30 años de poder socialista omnímodo, 30 por ciento de la población sin trabajo y una riada permanente de fondos públicos para asegurar un régimen clientelar. Esta cultura generalizada del subsidio y la dependencia, fomentada por unos y dócilmente asumida por otros, es la que corroe los resortes éticos de toda sociedad frente a la corrupción. Así nos va.
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