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Banquillos políticos
Hasta ahora, servidora no se había percatado de que el fútbol y la política también tienen su punto de encuentro. ¿Dónde? Pues directamente en las alineaciones. Y me explico: igual que en los escaños hay diputados que se sientan la legislatura completa, pero no salen al estrado ni una sola vez –ni siquiera levantan la mano para hacer una propuesta, aunque sea por vergüenza torera–, hay jugadores que pertenecen a los equipos, pero no salen al campo a jugar en toda la temporada o incluso no lo hacen en varias.
Como ejemplos (de futbolistas, que si pongo de diputados se me cae el pelo), Dudek del Madrid, Nelson del Betis, Rosario del Málaga, Mosquera del Getafe… Y hay muchos más, de los que yo no conocía ni el nombre, claro, pero que me han soplado que son buenísimos y que tienen trayectoria, aunque se hayan quedado en punto muerto tras un fichaje que nunca debió producirse.
Ésta es la diferencia entre los deportistas y los representantes políticos: mientras los primeros en cuanto se integran en un club están deseando demostrar sus habilidades, los segundos, agarrados al banquillo, no «juegan» porque no quieren o, lo que es peor, porque no saben. Lo más grave del asunto es que, mientras los primeros, en cuanto se ponen en acción, corren el riesgo de romperse en pedacitos –¡pobrecito David Villa, con lesión de tibia él y la moral por los suelos sólo de pensar que no pueda llegar a ayudar a España en la Eurocopa!–, los segundos, oigan, no arriesgan ni el carácter.
Habrá quien diga que los futbolistas cobran más. Ya. Sí. Serán las estrellas. En fin, a ver si el nuevo «entrenador» en el asunto político general, véase Rajoy, consigue que se revolucionen los «otros banquillos».
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