México
Arrepentidos
Francisco Mújica Garmendia, por mal nombre «Pakito», dirigió ETA entre 1987 y 1992 y de no haber sido detenido en Bidart por la Gendarmería francesa y la Guardia Civil habría acabado él sólo con la banda, asesinando a los arrepentidos. Criminal y fraticida. Hizo desaparecer a su conmilitón Eduardo Moreno Berganetke, «Pertur», disidente de la organización, y premió con la muerte la reinserción de «Yoyes». Primera mujer en la cúpula etarra, estudió en México, se casó, tuvo un hijo y negoció con Madrid su laberinto jurídico. Con el niño de la mano paseaba por la plaza de su pueblo, Ordizia, cuando se le acercó «Kubati», diciendo amablemente a los paseantes: «Esto es de parte de Pakito», y le descerrajó un tiro en la cabeza. Soárez Gamboa, activo del «comando» Madrid, abominó de sus camaradas, pero comenta a quienes tienen acceso a él que no se arrepiente de sus crímenes y que lo que quiere es no pudrirse en un penal. «Pakito» se ha hecho paloma y engorda las listas de los acercados al País Vasco, como «la Tigresa» de ojos verdes que ametrallaba con el clítoris. Si Zapatero y Rubalcaba no explican lo que están haciendo es lícito sospechar que vuelve a haber mar de fondo entre el abertzalismo de ETA y el Gobierno para abrir a los radicales el chiquero de las municipales. Estos arrepentidos superan en milagrería a la caída del caballo de Saulo de Tarso camino de Damasco para matar cristianos. Están humillando a las víctimas y sólo obtendrán otra tregua trampa. ¿Cómo se va a arrepentir «Pakito», matador de arrepentidos? Sería un contradiós.
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