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Imma Monsó / Escritora: «La velocidad nos ha convertido en impacientes»
– ¿Cómo surgió la idea de novelar sobre el tiempo acelerado que oprime a la sociedades occidentales?
– Tenía muy interiorizado lo que quería escribir antes de iniciar la redacción del texto y lo único que hice fue meterme hasta el fondo en la piel de los personajes, casi como si fuese un teatro y los interpretase. Al final no los distinguía de mí. El tema del tiempo es un marco en el que caben muchos otros, como la familia, el ejercicio de la medicina, la vejez, el tiempo que huye.
–Nes, la protagonista, una psiquiatra de 48 años, es incapaz de controlar la inmediatez casi imperativa en la que todo tiene que ser ahora y rápido.
– En realidad, ella se ha adaptado a la perfección a esta cultura del tiempo inmediato, es extremadamente veloz en todo, y en este sentido es una mujer de éxito. El problema es la tragedia íntima que vive, porque en realidad a ella le gustaría parar, quedarse en babia, pero después de tanto tiempo le es imposible frenar.
– ¿Es posible abstrarse de esta velocidad que hoy domina practicamente todos los registros de la vida?
– La idea es intentar vivir en plenitud, que no es lo mismo que vivir con la adrenalina de la agenda pensando siempre en la siguiente cosa que toca hacer. Hay que recuperar el gusto por el pasado, a esa infancia en la que eras incapaz de aburrirte y cualquier cosa atrapaba su atención.
– ¿Cómo se puede volver a vivir en plenitud?
– La protagonista de la novela lo intenta con un viaje, con apartarse de todas estas nuevas tecnologías, el ordenador, el móvil, que nos mantienen enganchados estemos donde estemos. Sin embargo, fracasa, porque reproduce su conducta habitual en sus vacaciones y va a sitios o se toma una copa como si fuesen cosas que tachar de una lista de actividades.
– Entonces, ¿es la historia de un fracaso?
–Es prácticamente imposible superar este constante estado de urgencia ya que la velocidad nos ha vuelto impacientes y es algo adictivo. Quién va a esperar 15 días a que le llegue una carta si puede recibirla en 10 segundos a través del mail. Estos pequeños placeres están desapareciendo y el tiempo pausado será un reducto para unas minorías. En un mundo globalizado, con un capitalismo neoliberal, la urgencia es la que manda.
–¿Y dónde queda la literatura, la lectura, en un mundo en que todos los placeres han de ser inmediatos?
– Es imposible leer si se está pensando en lo que harás a continuación. Es un tipo de actividad que te involucra en el presente, te enciera en él y eso lo convierte en algo pleno. El libro de papel es un gran acto de intimidad. Por eso el libro digital, con su capacidad de enlaces, de buscar lo que significa tal palabra, arruina ese presente único y lo desvirtúa.
– La familia es el otro gran tema de la novela.
–Siempre me ha interesado mucho reflejar sus ideosincrasias y la novela es el vehículo ideal para hablar de ella. Si desapareciese, no habría otro lugar para analizarla bien. Aquí me interesaba mostrar cómo nos condiciona nuestro futuro la vinculación con nuestros hermanos, si eres el pequeño o el mayor, y eso que yo soy hija única. También me interesaba la confrontación de la feminidad de Nes con la de su padre, un hombre que encarna el tópico masculino.
– Al recibir el Ramon Llull, hizo un alegato contra los recortes en literatura, ¿por qué?
–Porque había empezado a querer pulir tanto mis textos que al final todo parecía que sobraba. Aquí he querido no restar importancia a nada y dejar fluir el texto.
EN PRIMERA PERSONA
Ganar el Premi Ramon Llull, el mejor dotado de las letras catalanas con 90.000 euros, no pasa todos los días. Imma Monsó lo ha hecho con «La dona veloç» (Planeta), una excelente novela con un final sorprendente que hará las delicias de los lectores. «Un premio no garantiza la calidad de un libro, pero sí le otorga relevancia y reconocimiento y por eso estoy muy orgullosa», confiesa la escritora, que después de acabar este libro tiene claro que no se dará prisa en empezar el siguiente.
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