Feria de Málaga

Toros poco gallardos los de Ricardo

Sevilla. Undécima de la Feria de Abril. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, el 5º como sobrero, desiguales de presentación, descastados y de poco fondo en conjunto. El 1º, bueno. Más de tres cuartos de entrada. Matías Tejela, de blanco y oro, estocada (saludos); metisaca, metisaca, estocada (silencio). Miguel Ángel Perera, de burdeos y oro, dos pinchazos, descabello (silencio); pinchazo, casi entera, descabello (silencio). Alejandro Talavante, de blanco y plata, dos pinchazos, pinchazo hondo, descabello (silencio); estocada (silencio). 

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Llegó el calor, y el poso que deja en el ambiente el rebujito de El Real, como si se notara entre líneas que habían bajado las revoluciones. Eso o que la tarde acabó por bajárnoslas del tirón: qué tostón. La corrida de Fuente Ymbro, desigual de hechuras, tan sólo echó un toro con opciones para pasarlo bien, para pegar veinte muletazos medio a gusto, para el toreo, sin más cavilaciones. El resto fue remar contra corriente. Los toros de Ricardo poco tuvieron de gallardos, nobles, sí, sin poner al límite de nada, sin grandes dificultades y cero posibilidades de triunfo. Desgraciados todos. Bajos de casta, de fondo, de motor y de entrega. Más bien rajados y sosos hasta la saciedad. Harta estaba La Maestranza, con sobrero incluido.
 

Matías Tejela, veterano del festejo, tuvo en las manos las únicas embestidas buenas de la tarde. Contadas resultaron cuando se arrastraba al sexto, séptimo en realidad. Había ganado peso. Descolgó pronto el toro, anunciando que todo lo haría por abajo. Y así fue: noble y entregado. La faena de Matías Tejela estuvo encauzada en el buen camino pero le faltó crecer, redondear y al final la cosa acabó por enfriarse sin concretar.
 

Se acordaría después con el cuarto, con el que hiciera lo que hiciese, todo resultaba intrascendente. Ese fue el rol de la tarde, o el sino o la condena. Penitencia. 
 

Miguel Ángel Perera le echó valor. Y su tarjeta de presentación, su aval fue cruzarse el ruedo para recibir al toro a portagayola. Era el segundo de la tarde. El Fuenteymbro no se lo puso fácil. Y ahí, recién asomado por la puerta de los miedos, se frenó en el capote de Perera. Echó el torero cuerpo a tierra y suerte que el toro lo saltó. Después, cuando llegó la tranquilidad de la muleta, se paró el toro, con tan poca clase, que sólo dejó lugar a pegarse un arrimón. El quinto fue sobrero, de la misma divisa gaditana, al menos acudió al engaño, pero nada duró. Antes de montar la faena se rajó el animal.
 

Con la misma condición se encontró Alejandro Talavante en el tercero. Nos pareció que le convencía el diestro extremeño para meterlo en la muleta y desistió el Fuente Ymbro de la historia. Demasiada para él. Muy irregular salió el sexto. Estaba ya la gente de La Maestranza sevillana pensando en sus cosas. Se paraba, le costaba arrancar, medía. Talavante lo intentó y cuando vio que la cosa no se aclaraba por ningún lado cogió la espada. Pues se lo agradecimos. La ruina, a estas horas, la llevábamos en todo lo alto.