Francia
El eje & el puente por Ángela Vallvey
El archiduque heredero de Austria fue asesinado en Sarajevo el 28 de junio de 1914, y hasta el 3 de agosto no estalló la Primera Guerra Mundial. Entre una fecha y otra dicen los historiadores que los diplomáticos y ministros europeos se movieron «como gallos descabezados», aunque en verdad nunca habían tenido cabeza porque, de haber habido entonces auténticos hombres de Estado, se hubiese evitado la guerra. Hubo guerra. Pese a la ola de pacifismo que invadía Europa en los primeros años del siglo XX. Hoy como entonces estamos con el agua al cuello, y disponemos del mismo mediocre corral para salvarnos o hundirnos. En su momento, Bismarck repetía: «Necesitamos que Francia nos deje en paz». En Europa todo gira en torno a las relaciones de Francia y Alemania desde hace dos siglos. Guerras napoleónicas y mundiales incluidas. El Reino Unido, que ha desconfiado secularmente de ambos, se limita a mantener su «espléndido aislamiento» y a tratar de sacar partido, por eso no aceptó el euro, ni lo hará; mira de reojo a Merkel como antaño desdeñó a Bismarck. Qué poco cambian las cosas. Tras la Segunda Guerra Mundial, franceses y alemanes se dijeron: «¿Por qué no renunciamos a guerrear y empleamos la energía que hemos usado hasta ahora en matarnos para hacer buenos negocios?» Se convirtieron en socios comerciales y plantaron el germen de la Unión Europea, la misma que esta semana se juega «nuestro» futuro en manos de Merkel y Sarkozy. Bismarck decía que en las relaciones internacionales «se tiene que hablar bajo, aunque llevando un buen bastón». ¿Qué ocurrirá tras la reuniones, estallará todo…? ¿Estará Europa condenada a la guerra perpetua, sea ésta militar o económica…? Bueno, tranquilidad, que nosotros mañana nos vamos de puente.
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