Consejo de Ministros

El PSOE llora la muerte de Félix Pons

El ex presidente del Congreso Félix Pons ha muerto hoy a los 67 años después de una dilatada carrera política a la que puso término hace 15 años, si bien siguió vinculado al PSOE, aunque su enfermedad le impidió asistir el pasado junio, en el Congreso, a la celebración del centenario del grupo socialista.

Los ex presidentes del Congreso Laudelino Lavilla, Gregorio Peces-Barba, Felix Pons, Luisa Fernanda Rudi y el defensor del Pueblo Enrique Múgica, (de izq a dcha).
Los ex presidentes del Congreso Laudelino Lavilla, Gregorio Peces-Barba, Felix Pons, Luisa Fernanda Rudi y el defensor del Pueblo Enrique Múgica, (de izq a dcha).larazon

Era 4 de diciembre de 1989 y en la Cámara Baja se celebraba el pleno que investía por tercera vez a Felipe González presidente del Gobierno. Hagan memoria porque de aquella jornada si hay algún recuerdo imborrable para muchos demócratas fue el de la voz atronadora de Félix Pons expulsando del hemiciclo a los tres diputados de Batasuna –Jon Idígoras, Ángel Alcalde e Itziar Aizpurúa– por acatar la Constitución bajo la fórmula del «imperativo legal». Aquella imagen que acabó con la suspensión del pleno durante cuatro minutos permanece aún en la retina de muchos. «Abandone el hemiciclo, señor Idígoras», le espetó. La decisión del que fuera presidente del Congreso entre 1986 y 1996 fue invalidada meses después por el Tribunal Constitucional, lo que ni impidió al ilustre socialista defender los principios constitucionales con la misma convicción hasta el final de sus días.

El presidente de «ánimo sereno y casi flema británica» –como le definió su sucesor, Federico Trillo– falleció ayer a los 68 años en su Palma natal, tras una larga enfermedad. Diputado, senador, ex ministro abandonó la política para volver a la abogacía, pero nunca dejó de sus convicciones socialistas y europeístas. «He vivido cada minuto de esos once años con la convicción de que estaba en un paréntesis de mi vida profesional», dijo cuando abandonó el Congreso para volver a ejercer su carrera poco después de la cálida despedida que le rindió el Congreso de los Diputados en el último pleno que presidió, el 27 de diciembre de 1996. «Se levanta la sesión...y algo más», fue su escueta despedida.

Uno de los hombres más respetados del socialismo, nunca ocultó su admiración por Felipe González –«siempre ha visto por encima de los árboles», dijo de él– y su pasión por el Parlamento que en ocasión le llevó a algún enfrentamiento con los medios de comunicación con quienes no se entendió demasiado. Su imagen quedará para siempre plasmada en blanco y negro en la Galería de Retratos del Congreso, y su memoria en el corazón de muchos socialistas que ayer lloraron su muerte.