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La reválida de Ahmadineyadi
Sin opciones reformistas y liberales por las que votar, el pueblo iraní vota hoy en una elecciones parlamentarias que simbolizan de hecho la lucha de poder entre el líder máximo, el ayatolá Ali Jamenei, y el presidente Mahmud Ahmadineyad. Ambos, conservadores islamistas, coordinaron sus esfuerzos en 2009 para frustrar todo intento de avance de los «reformistas» que pedían en ese momento ciertos cambios en el régimen, pero luego se hizo evidente una serie de diferencias entre ellos, que hoy son consideradas clave en la cúpula iraní. Sin embargo, no se presenta abiertamente como una competencia ni se desafía el liderazgo de Jamenei. Sea como sea, claro está que si bien hay matices internos y discusiones entre distintas corrientes, todo tiene lugar dentro del bloque ultraconservador del régimen islamista iraní. La votación en las urnas no es en Irán símbolo de democracia.
Casi 3.500 candidatos se disputan 290 escaños en el Parlamento, pero el margen de maniobra es más que limitado. Cabe recordar que estos postulantes son los aprobados por el Consejo de Guardianes de la Revolución, un órgano compuesto por seis clérigos y seis juristas que analizan las posturas islamistas de los candidatos. Un tercio de aquellos que se habían presentado fueron descalificados por dicha entidad y no pueden siquiera pedir la confianza de los votantes.
A ello se suma un hecho clave: las principales figuras consideradas reformistas –aunque también son producto del régimen de la República Islámica–, Mir Hossein Musavi y Mehdi Karroubi, están desde hace un año en arresto domiciliario. Ello ha llevado al sector reformista a anunciar su boicot a las elecciones, aunque las autoridades sostienen que es un «deber nacional» participar en ellas. Por un lado, el hecho de que por primera vez en mucho tiempo ninguna figura considerada moderada se presente destaca más aún el carácter dictatorial y opresivo del régimen.
Por otro lado, las autoridades iraníes no tienen reparo alguno en actuar para reprimir toda libertad de expresión. La organización Amnistía Internacional publicó esta semana que de cara a las elecciones las autoridades ajustaron más aún su control interno, aumentando la cantidad de arrestos de abogados, estudiantes, periodistas y a figuras que se considera que mantienen contactos con elementos internacionales. Hace pocos días, fueron aplicadas nuevas restricciones al uso de las redes sociales y se cortó internet. Además, se estableció una nueva fuerza de represión, una Policía especial, encargada de controlar el uso de Internet. Ésta exige a dueños de cibecafés la instalación de cámaras de circuito cerrado y una práctica que obligue a los usuarios a anotarse. Y todo esto, mientras está claro que los temas que preocupan hoy a la ciudadanía iraní son complejos y numerosos. El estado de la economía continúa deteriorándose y el efecto de las sanciones han comenzado a sentirse. La moneda iraní ha caído y la inflación aumenta. Ahmadineyad es considerado responsable por el corte de subsidios para los combustible y ciertos alimentos. Cabe recordar que el año próximo tienen lugar en Irán nuevas elecciones presidenciales. Ahmadineyad, por ley, no puede volver a postularse, ya que lo ha hecho dos veces consecutivas.
Sin embargo, el resultado de los comicios de hoy tiene importancia ya que, si tienen éxito los candidatos que le apoyan, puede recuperar o ampliar cierto grado de influencia aún fuera del sistema formal.
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