Debate Estado Nación

Rubalcaba pinta un PP «abyecto» con la democracia

Calienta la campaña e identifica a Rajoy con la «derecha de la derecha»

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Llegamos desde León a la ciudad del Pisuerga, que es territorio de la derecha. El PSOE se arruga y elije el Pabellón III de la Feria. Diminuto. Apenas 900 sillas. No está el ánimo para hacer demostraciones de fuerza. Y eso que Valladolid es ciudad de fortalezas, pero no de los del puño y la rosa. Aquí escasea la militancia socialista, aunque dicen que podrían desalojar al popular León de la Riva de la Alcaldía. Decir, decir, se dicen muchas cosas en todas las campañas. Zapatero hoy calla. Se ha tomado el día libre. Le toma el testigo «superRubalcaba», vicepresidente primero, ministro del Interior, más que posible heredero de Zapatero y socialista de verbo fluido donde los haya. Su repertorio es tan intenso que esta caravana reclama su presencia en lugar de la de Zapatero. Y no sólo porque él sí improvise charlas al término del mitin. También porque se salta guiones, no atiende a consignas y desbarata planes. Que el comité de campaña dicta no entrar en el cuerpo a cuerpo, él entra; que conviene enfriar el asunto Bildu, él lo calienta; que el PP carga contra los magistrados del Constitucional y dice que «desde Madrid, con escolta y buen sueldo, es fácil decir que Batasuna se presente e ir de demócrata mundial», pues él se acuerda del socialista Francisco Tomás y Valiente, ex presidente del TC asesinado por ETA, y entra al trapo. Llega a Valladolid encendido tras haber leído las declaraciones de González-Pons, y rompe su máxima de no hablar de terrorismo en los mítines. Se desata. «Es una declaración abyecta e incompatible con la democracia. Quien se mete con las instituciones no las fortalece, las socava». Y así es cómo llega hasta Mariano Rajoy y advierte a quienes creen «cándidamente» que el líder del PP no tiene nada que ver con esto y que en la derecha hay duros y blandos: «No, no, no. Quien calla otorga. Él no quiere callarles. Todos hablan y actúan como la derecha de la derecha, son la derecha de la derecha, Rajoy también». Se pregunta qué tienen de centrados si sólo saben «ensuciar el campo de juego y embarrar lo que les interesa».
Fin del capítulo antiterrorista. Luego, despliega el catálogo electoral previsto: debates, «sectarismo» de Telemadrid y Canal 9, defensa de TVE y sus profesionales y crisis, mucha crisis. Pedagogía de lo que se hace y quién lo hace («Lo estamos haciendo solos. Ponemos los railes y ellos los palos»). Pero avisa que Rajoy tiene un problema, que es que los ciudadanos se han dado cuenta de que «lo que le conviene a él, no le conviene a España».
Dedica un aparte a la importancia de las elecciones del 22-M y a avisar de que en ningún caso habrá adelanto de las generales. Las primeras son trascendentales («Nos jugamos que el Estado del Bienestar sea un pálido reflejo del siglo XX o una realidad pujante del XXI»). Para las segundas, va entrenando, reivindica el legado de Zapatero y González. Él no es niño de un sólo padre.