Venezuela
Mutismo sospechoso
Ya están sobre tierra los treinta y tres mineros chilenos atrapados a setecientos metros de profundidad. Las imágenes de los rescates han conmovido al mundo. Por una vez, las intensas emociones vividas a nivel internacional y compartidas por todos han sido positivas. Las lágrimas eran de alegría. De euforia compartida. Por fin una desventura con millones de seguidores tiene un final feliz, demostrando así que no sólo las tragedias y el horror son rentables para los medios. La mayor operación de salvamento en profundidad se hizo magistralmente, como dice su presidente, «a la chilena», con unidad, fe y esperanza. Algo que a este lado del Atlántico precisamos como nunca. Fue un momento único para alzar su bandera y cantar felices y victoriosos su himno nacional. Nosotros lo hicimos el doce de octubre, como cada año, para enaltecer el trabajo callado, virtuoso y arriesgado de las Fuerzas Armadas españolas, cuya labor revela una heroicidad que nos emociona y enorgullece. Lo que muchos no llegamos a comprender fue la ausencia de la bandera venezolana. Justo cuando necesitamos claros indicios de apoyo a España y a su lucha antiterrorista, Venezuela manifiesta un mutismo sospechoso. Hace dos días se congregaron ante su embajada, en un acto de rebelión cívica, ciudadanos que quieren desenmascarar apoyos a ETA y que Venezuela extradite a etarras con causas pendientes no prescritas. Esperemos que sirva de algo.
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