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«Dejé el plató a menudo para llorar»

Eric-Emmanuel Schmitt sigue empeñado en recordar la trascendencia de la espiritualidad en estos tiempos descreídos y que la religión nos puede unir más que separar. Con dicha filosofía, este dramaturgo, novelista y director francés sigue acumulando éxitos. «Cartas a Dios» es la adaptación al cine de su propio relato «Óscar y la dama rosa».

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¿Es que no quedó satisfecho con el trabajo que hicieron en el cine con «El señor Ibrahim y las flores del Corán» y quiso hacerlo usted mismo ahora? – le preguntamos–. «No, me encantó la adaptación, y especialmente la actuación de Omar Shariff. Siempre quise hacer cine, pero lo olvidé cuando comencé a escribir novelas y teatro. Como tuve la suerte de tener éxito, me dediqué a ello. Hace unos años lo retomé con "Odette, una comedia sobre la felicidad". Tenía miedo a que alguien me dijera: "Deje usted esto y que venga un profesional", pero todo fue bien».

Un hada madrina
Y el gusanillo le entró de lleno porque después de rodar ésta, ya prepara para el verano la adaptación de «El luchador de sumo que no puede ganar peso». «Cartas a Dios» es una fábula sobre un niño enfermo terminal de cáncer y una especie de hada madrina, «una mujer normal que decide dar su energía y ayudarle psicológicamente», comenta el director. Semejante misión consiste en que, mediante el juego, la dama de rosa le hace al menor representar cada día como si hubieran pasado diez años, tiempo que por su enfermedad, no iba a lograr vivir.

El rodaje sobre una cinta que aborda el tabú de la muerte con un niño no fue fácil, pero resultó más complicado para los adultos que para el menudo protagonista, Amir: «Fue él quien nos explicaba cómo representar esa situación. Resultó algo increíble. Nunca le expliqué nada. Los adultos del rodaje tuvimos que dejar muchas veces el plató para llorar, y el niño como si nada. Su mayor problema era contener su energía, pues debía encarnar a una persona cada vez más enfermo», concluye.