Nueva York
Hereu contra los niños con batas
El candidato a repetir como alcalde por Barcelona presentó sus propuestas para el sector de la moda al lado de un colegio con niños con bata. ¿Moda o unificación?
A la gente le gusta que le quieran, es una manía que tiene el ser humano. Tiene otras, como cantar en la ducha o no saber qué pensar sobre los ovnis, pero que te quieran es mejor. A Hereu le chifla, y si son niños todavía más, y si los niños pudiesen votar, entonces viviríamos en un país perfecto y Hereu caminaría por su Barcelona con música de fiesta mayor en la cabeza. El aspirante a la reelección a la alcaldía fue a la calle Pau Clarís, en la isla Laura Albéniz, para comer con los tótems del sector de la moda. Había gentes con gafas raras; hombres tan bien vestidos y peinados que si viesen una gallina, se desmayarían; mujeres que podrían colocarse al lado de un árbol de Navidad y el marido se llevaría el árbol a casa; y la inimitable y nunca imitada Judith Mascó. El mundo de la moda es lo que tiene. Al llegar, Hereu pidió una coca cola y se dispuso a vivir su propio episodio de «Sexo en Nueva York», pero el guión pronto se le echó por tierra. El parque interior estaba justo al lado de un colegio, uno de esos colegios con niños con bata. Al ver al candidato del PSC, los niños se apilaron en las verjas y comenzaron a gritar. «¡Jordi, Jordi, Jordi!». Hereu no es de piedra, ni siquiera de plumas, el lobo en el cuento se lo comería el primero, y no lo pudo evitar, se enterneció. Decidido, con una de esas enormes sonrisas que tocan el lobulillo de las orejas, se acercó a los niños. Abrieron la puerta y como una jauría hambrienta, los pequeños se abalanzaron sobre él, abrazándolo, tocándolo, buscando si era un muñeco y había un sitio donde poner la mano. «¡Jordi, Jordi, Jordi!», no dejaban de gritar. Hereu estaba en la gloria. «No sé ahora, pero de aquí a unos años», dijo alguien de su equipo en referencia a la reelección. Pero los niños con bata no son de fiar. Jaimito llevaba bata, y Zipi y Zape, y Max y Moritz, todos, batas, batas, batas. Hereu nunca dudará de un niño, él es así, pero cuando los pequeños vieron que las cámaras de televisión les enfocaban, se olvidaron de alcaldes y empezaron a gritar al objetivo. ¡Son «groupies», Jordi, sólo te quieren por tu fama, te han utilizado para salir por la tele! Bueno, no fue así, en seguida volvieron a los gritos de «¡Jordi, Jordi, Jordi!» y alguien tuvo que recordar a Hereu que había venido allí para hablar con la gente de la moda, no con los niños. Sinceramente, el 98 por ciento de la población también hubiese elegido a los niños. Hicieron discursos, leyeron manifiestos, hablaron de tendencias y creatividad, pero las batas lo habían eclipsado todo. Irónico, qué hay menos de diseño que una bata.
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