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La violencia sacude Irak
BAGDAD- ¿regreso al pasado? La calma en Irak no existe sin Estados Unidos. En una oleada de atentados con bombas murieron ayer un total de 72 personas en Bagdad. Son los primeros ataques desde que las tropas estadounidenses abandonaran Irak el pasado lunes. El país del Golfo Pérsico lidia con la peor crisis desde la formación de su Gobierno hace un año, donde chiíes, suníes y kurdos se reparten los cargos bajo un complicado entramado político marcado por las disputas internas. Las tensiones amenazan con una recaída del baño de sangre sectario que llevó a Irak al borde de una guerra civil hace unos años. La Policía, así como las fuentes de seguridad, señalaron que hubo más de diez explosiones en Bagdad, en su mayoría dirigidas a los distritos chiíes, con un balance de 194 heridos. Las autoridades iraquíes vinculan los ataques a la crisis actual del Gobierno. «El momento en el que se cometieron estos delitos y los lugares donde se llevaron a cabo confirman la naturaleza política de los objetivos», dijo el primer ministro, Al Maliki, en un comunicado.
Muchos iraquíes habían sugerido que temían una vuelta a la violencia diaria sin un contingente de militares de Estados Unidos que controlase el país. La agitación en Irak podría tener consecuencias más amplias en una región donde una crisis en la vecina Siria está tomando un tono más dictatorial, y los chiíes de Irán, Turquía y las naciones árabes suníes del Golfo se disputan la influencia en la zona. La violencia en Irak había descendido desde la masacre de los años 2006 y 2007, cuando no cesaban las muertes con continuos ataques suicidas entre suníes y chiíes. Sin embargo, el país, según informan funcionarios estadounidenses, todavía está luchando contra una insurgencia llevada a cabo por islamistas suníes vinculados con Al Qaeda y las milicias chiíes respaldadas por Irán. Ningún grupo se atribuyó la responsabilidad de los atentados, pero los analistas apuntan a que se trata de una formación de Irak afiliada a AlQaeda. Según estos especialistas, sería una demostración de que aún son capaces de llevar a cabo grandes atentados. «Los autores han tratado de poner de relieve el frágil equilibrio del sistema político de Irak», dijo Matthew Henman, analista de terrorismo. Incluso antes de la crisis, Bagdad y el Kurdistán se vieron atrapados en una creciente disputa por el control de algunas reservas de petróleo. Por otra parte, provincias suníes cerca de Arabia Saudí también están en contra de lo que consideran un gobierno cada vez más autoritario en Bagdad, que sólo está interesado en la promoción de chiítas. Desde que se le asignaran sus fronteras en 1920, Irak ha sido un mosaico de fanatismo religioso y sectarismo. Esta semana, Maliki pidió la detención del vicepresidente suní Tareq al-Hashemi, acusado de organizar asesinatos y atentados contra su comunidad. Hashemi, quien negó las acusaciones, se ha refugiado en la región kurda de Irak. Maliki advirtió a los líderes suníes que quedarían excluidos del poder si se salían de la coalición de Gobierno. Por su parte, los altos funcionarios estadounidenses aumentaron la presión instándoles a utilizar el diálogo y poner fin a la crisis. La minoría suní de Irak se ha sentido marginada desde la llegada de la mayoría chií al poder tras la invasión en 2003. Sienten que han sido dejados de lado en el acuerdo de poder compartido que Washington anunciase como una democracia. Reuters
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