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El «Decamerón» de Savater

El «Decamerón» de Savater
El «Decamerón» de Savaterlarazon

Fernando Savater define como «una especie de Tintín donostiarra, pero un poco más talludito y con muchas ganas de ligar» a Xabi Mendia, el periodista cultural que protagoniza su novela «Los invitados de la princesa», una intriga con algo de sátira del mundo cultural y universitario que ya ha conquistado, al menos, a media docena de lectores selectos: el jurado del Premio Primavera de Novela, presidido por Ana María Matute. Lograr eso, de por sí, vale 200.000 euros –«no sé qué haré con el premio, eso se lo dejo a mi mujer, yo soy un administrador malísimo; si fuera por mí estaríamos arruinados», bromea, o no, el escritor– y ser editado en Espasa, la editorial que, junto al Ámbito Cultural de El Corte Inglés, convoca el galardón.

El veterano filósofo y escritor (nacido en 1947 en San Sebastián), con experiencia en la novela pero más habituado al ensayo, confirma a LA RAZÓN lo que parece, que escribió esta historia con auténtico placer: «De todos mis libros, es el que mejor me lo he pasado escribiendo. Con todos hay un momento en que sufres, porque te atascas o no llegas, pero éste es de esos que quería que durara más. Me refugiaba en él para huir de otras cosas desagradables de la realidad», reconoce el autor.

Y se lo ha pasado en grande porque el argumento ya hace aflorar sonrisas maliciosas: los asistentes a una convención cultural en una isla de Latinoamérica se quedan aislados durante una semana –cosas de los volcanes, que no avisan–, conviviendo a la fuerza. Con todo, matiza Savater, la novela «tiene elementos irónicos y en cierta medida satíricos, pero no es un libro de humor, sino una obra en la que se cuentan historias, pasan cosas, hay intrigas fantásticas y hago incursiones en géneros como el terror y la ciencia ficción. Y es verdad que hay un fondo zumbón, pero no es un libro satírico».

La convivencia, en el mundo cultural, «es algo que hasta cierto punto nos ha pasado a todos cuando hemos tenido que ir a un congreso, por ejemplo», reconoce el autor. Aun así, no ha querido hacer sangre: «Ninguno de los personajes es un trasunto de nadie, porque son todo ficticios, pero están hechos de pedazos de cosas que uno conoce. Cada uno tendrá parecidos con gente real. Las novelas son como el monstruo de Frankenstein... El lector reconocerá sobre todo tonos, más que personas concretas». Por eso respira tranquilo: «No creo que ningún amigo me vaya a retirar la palabra».

Debates de peso
Y es elegante cuando se le pregunta por el papanatismo instalado en algún círculo cultural: «Como en todo, los seres humanos vivimos de representación, más de las apariencia que de la sustancia de las cosas. Ocurre en todos los ámbitos». En el libro, asegura, «hay debates con algo más de peso. Tampoco he querido abordar temas concretos a fondo: cuando quiero transmitir una opinión, para eso tengo el ensayo. Para mí la novela es algo con lo que disfrutar, pero, eso sí, quiero que sea un disfrute inteligente». El encierro obligado hará que los personajes reunidos vayan contando historias al estilo de «Los cuentos de Canterbury». Savater homenajea, «con admiración e ingenuidad», a Chaucer y Boccaccio, entre otros.

 

«Pensar también es divertido»
Tener en la solapa el nombre de Savater garantiza cierta altura intelectual, por más ligera que a priori pudiera parecer la obra. Aunque sátira, en este libro el filósofo no deja de lanzar reflexiones sobre la cultura, la filosofía e incluso la teología. «Cuando alguien me dice que quiere leer algo entretenido, que no le haga pensar, yo siempre digo que a mí pensar me divierte: el pesamiento es una característica humana». Pero, tranquiliza, no es un libro complejo: «Habrá quien lo lea como una serie de peripecias intrigantes, incluso con un punto de terror. Otras personas buscarán diferentes niveles de lectura. Eso lo dejo a la elección de cada uno».
 

El detalle
TERRORISTAS MEDIO JUBILADOS

En «Los invitados de la princesa» actúa, además del volcán, otro elemento que complica las entradas y salidas de la isla: «Hay un grupo terrorista, no ya muy activo, medio jubilado, pero todavía amenazante. En un momento interviene, porque hay un premio Nobel y es un personaje muy secuestrable», explica Savater. ¿Una clara alusión a ETA? «Cuando quiero meterme con ellos lo digo con todas sus letras, no busco subterfugios», aclara rotundo. Y lo ha hecho, sin duda, en muchas ocasiones.