Crisis en el PSOE
El desconocido
No es difícil adivinar el diálogo de José Luis Rodríguez Zapatero con Tomás «¿qué?»: «Con el curso tan difícil que hemos pasado, Tomás... te lo ruego, no te hagas el Daoiz o el Velarde, que para sublevación del mes de mayo ya tengo a los sindicatos en septiembre. No está el partido para estos excesos». «Sí, pero las bases...», diría Tomás «¿qué?», bajando la mirada. «Sí, las bases son importantes, pero lo es más ganar, Tomás, y lo sabes y tú no ganas ni a las canicas. Lo dicen las encuestas. Lo sé, lo sé, Tomás, como decía aquella canción de Esclarecidos; ‘‘se puede perder sin llegar a jugar y eso es triste, sí lo es'', pero te ha tocado».
«Me he recorrido los pueblos, ya ejerzo la oposición sin ser la oposición, ¿lo recuerdas, presidente?, ¿no es suficiente para ser candidato?», le dirá Tomás, presentando sus credenciales que tan poco crédito le dan. «Has trabajado mucho pero... mira, para mí es duro decírtelo, Tomás, pero eres el candidato desconocido. Y tampoco es cuestión de apellidos. Entre Gómez y Jiménez, tanto da pero, ¿sabes Tomás?: en Madrid, cuando se pronuncia Jiménez todo el mundo sabe que nos referimos a Trinidad. Si se dice Gómez... nada, ni los profesionales del Trivial acertarían».
«Ya, pero si no gana, Trinidad hará lo mismo que cuando fue candidata a la Alcaldía de Madrid: no aguantará en la oposición muchos meses y yo seguiré aquí», se defenderá Gómez. «Puede que tengas razón. Y sí, tu seguirás aquí, pero es como si no estuvieras», le espetará Zapatero, pidiéndole que sea un caballero en su último acto de servicio y ceda el paso a Jiménez. «Y sin zancadillas, ¿eh?». Esto promete...
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