Ecuador

Ecuador rescata en un convento las obras de su mejor pintor del siglo XVII

Con la restauración de 52 obras que cuelgan en las paredes de un convento colonial de Quito a merced de las inclemencias del tiempo, Ecuador ha comenzado a rescatar el espíritu artístico de Miguel de Santiago, considerado su mejor pintor del siglo XVII.

Son cuadros de unos 2,50 por 2,20 metros obra de Miguel De Santiago y su taller sobre la vida de San Agustín que se exhiben en las paredes del convento donde, en 1809, se firmó la independencia colonial de lo que hoy es Ecuador.

La restauración costará más de un millón de euros, según Guido Díaz, director del Fondo de Salvamento (Fonsal), que se encarga de mantener el patrimonio cultural de la capital, y se realizará a la vista del público en algo más de tres años.

De origen indio y llamado inicialmente Miguel Vizuete, el artista fue apadrinado por un español del que tomó su apellido, explicó a Efe Rosa Torres, quien dirige el equipo de ochos personas que con paciencia intervienen en las obras.

Torres se refiere a las piezas con el respeto que le impone el conocimiento sobre el autor y su larga trayectoria vinculada al arte, pero la tristeza inunda su rostro al comentar que están en "grave"estado de deterioro.

En medio del taller instalado por el Fonsal, recuerda que en abril pasado comenzaron con el diagnóstico para hacer una propuesta de intervención a cada una de las obras.

"Se levantó una documentación fotográfica y se hizo análisis de laboratorio: estratigrafías, análisis de aglutinantes, de pigmentos y también se apoyó con rayos X y luz ultravioleta", dijo.

Colgadas en el primer piso del convento de San Agustín, construido hace más de 400 años en el centro histórico de Quito, los lienzos de Miguel de Santiago están expuestas no sólo a los visitantes sino a la inclemencia del tiempo, que ha pasado factura a las obras.

Las piezas, realizadas en base a pequeños grabados en blanco y negro, con la técnica del claroscuro y con personajes de rostros aporcelanados, llevan el mensaje de virtud, diálogo, caridad y santidad que pregonaba San Agustín.

El estado de conservación "es grave", incide Torres, al asegurar que hay obras intervenidas en 1975, pero esa restauración ya se ha degradado.

Con pesar enumera algunos de los daños: desprendimiento de la pintura, resecamiento y debilitamiento de la capa pictórica y problemas en las telas que aparecen rasgadas, oxidadas, desgastadas y con falta de flexibilidad.

Aparte de la restauración en proceso, Torres considera que una solución sería cerrar los corredores, posiblemente con un vidrio con filtros ultravioleta, aunque ahí se enfrenta el problema estético de la edificación, una de las más emblemáticas del Quito, ciudad que fue declarada en 1978 por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El equipo de restauración no escatima esfuerzo en trabajar en las obras con "paciencia de santos", comenta una visitante, mientras observa a una restauradora recostada sobre un andamio, con pincel en mano limpiando la obra con lupa.

Una vez cubierto el lienzo con papel de arroz para evitar daños, corregir deformaciones de la obra y tras reforzar su parte estructural, se interviene en lo estético y se eliminan barnices oxidados y excrementos de insectos, se nivelan las bases de preparación y se reintegra el color.

Una de las obras muestra en su reverso pequeños huecos que hacen presumir que a la falta de telas a la época, los artistas se valían de envoltorios para encomiendas, a los que descosían los dobleces para usarlos como lienzos y en los que permanecen los agujeros de las costuras.

Para el prior de San Agustín, Patricio Villalba, De Santiago es "sin duda"el mejor pintor colonial, y restaurar sus obras en un taller abierto al público significa "apropiarse"de la conservación pues, opina, "el patrimonio no solamente es pasado, es patrimonio en la medida en que lo conocemos y valoramos".

"Una manera de preservar es que la gente conozca y valore, caso contrario, aunque exista, se pierde porque está escondido", dice a Efe el sacerdote, empeñado en que el arte religioso de antaño y los gruesos muros del convento se sumen a los cimientos que refuercen la identidad nacional.