IVA

Derechos y servicios por Carlos Alsina

La Razón
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Próxima estación: el repago en las autovías. Este sapo se lo habrá de tragar la ministra Pastor, gentileza de Hacienda y Economía. Basta con poner boca abajo la lista de medidas que el PP siempre dijo descartar para que aflore la nueva hoja de ruta del Gobierno. El año que viene, el IVA y, si se tercia, más impuesto de patrimonio, copago en la consulta del médico y un tributo a «las grandes fortunas». La fórmula para ingresar más se ha revelado sencilla: subir el precio de los servicios que ya pagábamos y empezar a cobrar por aquellos que carecían de peaje. Impuestos directos, indirectos y hermafroditas. Para alumbrar esta salida no hacía falta estudiar en Harvard. España abre los ojos, despertada del sueño: habíamos asumido como «derechos» lo que son servicios que sólo pueden funcionar si hay dinero para costearlos; vivimos a crédito las familias, las empresas y el Estado.

Aproveché el Primero de Mayo para estudiar la terapia alternativa que proponen los dirigentes político-sindicales y no me salió la cuenta. Entiendo su discurso, pero no encuentro la «memoria económica»: de dónde recortarían los treinta mil millones que nos exige Europa o qué harían con los vencimientos de deuda en ausencia de mercados que nos sigan prestando. Intuyo que aplaudirían que hiciéramos una peineta doble: a la Comisión Europea (¡insumisión!) y a los inversores (¡impago de la deuda!). Quitarle casillas al sudoku es un viejo truco para que cualquier «solución» pase por válida. Si prescindes de las reglas de juego de la UE e ignoras que necesitamos de «los mercados» para seguir tirando, todo resulta muy simple: inviertes más dinero público, apruebas más ayudas sociales y te sientas a esperar a que escampe. ¿Quién rechazaría un plan así, tan justo, tan ilusionante, tan fabuloso? Tan corto, tan iluso, tan de fábula.