África

Londres

Sudán se desliza hacia el Medievo

Los latigazos públicos a mujeres por incumplir con el código de indumentaria impuesto por una interpretación rigurosa de la sharia (ley islámica) o por ingerir alcohol (prohibido por el islam) se han convertido en estampas cotidianas de Sudán.

DE ESTO HUYE EL SUR. Las imágenes del vídeo que se colgó en You Tube en diciembre en las que una mujer recibe, impotente, los azotes de dos policías, dio la vuelta al mundo
DE ESTO HUYE EL SUR. Las imágenes del vídeo que se colgó en You Tube en diciembre en las que una mujer recibe, impotente, los azotes de dos policías, dio la vuelta al mundolarazon

El pasado mes de diciembre un vídeo de YouTube en el que dos agentes de seguridad sudaneses flagelan a una mujer que bajo su túnica lleva puestos unos pantalones fue emitido por los telediarios de todo el mundo. La filmación ocurre en un lugar indeterminado. Tampoco se conoce la identidad de la mujer azotada.

El vídeo se subió a la red desde Reino Unido. Un anónimo Tarik firma su edición y su traducción. La secuencia aparece con subtítulos en inglés para facilitar su difusión. Ha obtenido miles de visitas. Según los subtítulos, los policías amenazan a la mujer con «dos años de cárcel» si no acepta «sumisa» los «53 latigazos de castigo». La sharia en Sudán dicta condenas de medio centenar de latigazos a aquellas ciudadanas que no vayan vestidas de acuerdo con la estricta observancia.

El presidente del país subsahariano, que se prepara para acoger este domingo un referéndum de independencia, Omar Hasan Al Bashir, defendió la actuación de las Fuerzas de Seguridad. «Si fue flagelada por su incumplimiento de la ley islámica no hay investigación que valga. ¿De qué se avergüenza la gente? Esto es la sharia», contestó Bashir, quien está perseguido por la Corte Penal Internacional (CPI) acusado de crímenes contra la humanidad y genocidio. El abogado sudanés pro derechos humanos Ali Agab asegura a este diario que la transformación de Sudán en un Estado islámico de corte radical fue una de las causas de la guerra civil y es una de las razones por las que los cristianos del sur quieren separarse. «El Acuerdo General de Paz (CPA) firmado en 2005 instaba a Jartum a esforzarse para que la unidad del país resultara atractiva para la población de la región meridional; pero eso no ha ocurrido», lamenta Agab.

Este miembro del Centro de Estudios Africanos para la Paz exiliado en Londres denuncia que en los seis años de transición no se han promovido las reformas necesarias ni se ha modificado la Constitución interina para reconocer la diversidad cultural del país más extenso de África. Agab recuerda en una conversación con LA RAZÓN cómo en el Ramadán los policías detenían a las mujeres cristianas o animistas del sur que acudían a los mercados a comprar alimentos. Tampoco se les permite adquirir o vender alcohol. «En las cárceles hay centenares de mujeres cuyo único delito ha sido el de ingerir alcohol, pese a que su religión no se lo prohibe», añade este abogado.

Los sursudaneses no están dispuestos a que la ley islámica siga marcando sus vidas. El próximo 9 de enero se celebrará la consulta de independencia recogida por el CPA y todo indica que el «sí» vencerá. Los cristianos no han sido las únicas víctimas de la visión más reduccionista del islam. «Los musulmanes moderados también se sienten discriminados por el Gobierno fundamentalista de Jartum», dice Agab.

Los principales partidos de la oposición, UMMA y DUP, son islámicos, pero rechazan el totalitarismo teocrático de la actual clase dirigente. El riesgo a que Sudán siga deslizándose por una pendiente regresiva en el tiempo y se instale en la Edad Media es real. Bashir ha advertido de que una vez que se celebre la consulta «cambiará la Constitución» y la sharia será la única fuente de derecho en este país africano.