Un Toro sin miedos por Andrés Sánchez Magro

Es uno de los ejemplares de Toro que no dan miedo, en cualquier momento es amable y de buen arte. Muy rojo, casi negro, de Toro, limpio y de buena luminosidad. En nariz franco, con notas limpias de crianza y mucha concentración de fruta roja madura y tintura. También en este aspecto se diferencia de sus homónimos de denominación por los tostados, ya que su crianza es en roble español, a diferencia del americano y francés habitual que durante un año de evolución oxidarían.

Es carnoso, destacando la cremosidad que le aporta la garnacha, con tan sólo un quince por ciento, el resto como es de ley, tinta de Toro con mucho peso. Los taninos, redondos y finos. Elegante amargor final característico de la variedad. Resulta persistente demostrando su complejidad.

Definido, estructurado y bien concebido, con la exclusividad de su crianza en roble nacional, es un vino que se puede considerar atractivo y fácil de interpretar para ser un Toro. Sus viñedos, en Morales de Toro, son matriz en la cuna de la denominación. Tienen 40 y solo crían en roble español; original, ¿no les parece? La bodega se desmarca porque es la primera fundada por sumilleres, que, como prescriptores fiables, disponen de conocimientos del gusto del consumidor, de ahí que el vino sea más o menos fácil, como les decía, un vino en base al gusto del consumidor y no como la gran mayoría de figuras enológicas que crean vinos en base a la zona elegida de viñedo. Ahora es el momento de elegir entre los Toros, el lote es amplísimo.