Educación
Presuntos estudiantes
El Sindicato de Estudiantes ha convocado para hoy una movilización contra los planes de reforma educativa del Gobierno y la subida de tasas universitarias. Poco importa que el ministro de Educación, José Ignacio Wert, desmontase el pasado martes en el Senado, una a una, las que calificó de «mentiras» de los sindicatos y un intento deliberado de engañar a los ciudadanos, pues hoy se esgrimirán en las calles como «agresiones» al derecho a la educación. De lo que se trata es de hacer política, de ocupar los espacios públicos y agitar lo que Izquierda Unida califica con razón como una «jornada de lucha», a la que invita a sumarse, ante «un ataque organizado a la Educación pública, que no puede quedar sin respuesta». LA RAZÓN informó ayer de la personalidad y el currículum de algunas de las más conocidas figuras del sindicato que promueve la protesta, y dio a conocer a sus lectores la calidad como estudiantes de estos sindicalistas, reflejo sin duda del deterioro de la Universidad española tras años de dejación académica y politización de los rectorados. El resultado no es precisamente la buena muestra del rendimiento que debe tener un estudiante que se beneficia de los recursos públicos que ponen a su disposición todos los ciudadanos con el dinero de sus impuestos. Los expedientes académicos, en muchos casos, reflejan que no son precisamente el mejor ejemplo a seguir para el conjunto de los estudiantes. Otra cosa es su legítimo papel como militantes de una organización que obedece a los intereses políticos de la izquierda, en especial del PSOE. Dentro de la legalidad, tienen derecho a protestar contra las políticas que consideren lesivas para sus intereses. Pero también a LA RAZÓN le asiste el derecho constitucional a la libertad de información y expresión, a decir la verdad y a publicar informaciones que, visto lo visto, han resultado relevantes a la hora de conocer la trastienda de una protesta que afecta a un derecho fundamental como es la Educación pública. Nuestro diario no ha criminalizado en modo alguno a los dirigentes estudiantiles, y se ha limitado a exponer los lazos que les unen y que justifican su inclusión en el mundo universitario. La información de LA RAZÓN revela aspectos hasta ahora opacos de un sindicato que no siempre muestra su rostro auténtico y que ha callado cuando, bajo los gobiernos del PSOE, la Universidad se degradaba mientras ellos cobraban cerca de 400.000 euros en sueldos y subvenciones. Es comprensible que ni a su sindicato ni a los grupos de izquierda que promocionan cualquier protesta contra el Gobierno de Rajoy les haya gustado lo publicado por LA RAZÓN, pero la campaña desatada contra nuestro periódico, instigada desde el PSOE, nos ratifica en el acierto de publicar en libertad informaciones de interés para los ciudadanos.
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