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Fisioterapia de choque

La Razón
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Los socialistas son como el caballo de Atila: por donde pasan es difícil que vuelva a crecer la hierba. La subida temporal de impuestos y el recorte provisional en el gasto público son la consecuencia inmediata, directa e ineludible del desbarajuste en las cuentas públicas que heredamos de José Luis Rodríguez Zapatero y de Elena Salgado, la ministra de aquellos brotes verdes que fueron abrasados antes de empezar a despuntar, como hoy puede comprobarse.
Ha mostrado una formidable generosidad Soraya Sáenz de Santamaría al asegurar que este paquete de medidas de emergencia nace de una estimación del déficit del anterior Gobierno que se ha superado «sustancialmente». En realidad, y paños calientes al margen, esta primera terapia de choque tiene su origen en la sustancial incompetencia y en las sustanciales trolas del Ejecutivo saliente; y, dicho sea de paso, en la sustantiva forma de ejercer el derroche del grueso de nuestras comunidades autónomas.
El gabinete de Mariano Rajoy no se refugia en la simple justificación o en la excusa rápida al motivar tan antipático decreto. Sencillamente está poniendo de relieve ante los ciudadanos que el último inquilino del Palacio de La Moncloa les ha fallado a los españoles no sólo en lo profesional, sino en lo humano; no sólo se rodeó de pésimos gestores, sino que además mintió hasta sus últimas horas.
De nada sirve ahora escandalizarse de un ajuste de esta envergadura y urgencia, difícilmente anticipable. La alternativa es el pozo o la bancarrota. Hagámonos a la idea de que España, sin anestesia que valga, tendrá que soportar a un Partido Popular que cause un cierto dolor en nuestros músculos. No habrá rehabilitación si no los ponemos pronto en su sitio. Y mientras nos crujen en la camilla, será más que legítimo que nos acordemos del maldito socialismo.