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Nueva York

Stone hace temblar la Bolsa

El siempre polémico y discutido director presenta en Cannes fuera de concurso «Wall Street: Money Never Sleeps», la segunda parte de su filme en el que explica su particular versión de la crisis

Michael Douglas, Carey Mulligan y Oliver Stone, en Cannes
Michael Douglas, Carey Mulligan y Oliver Stone, en Canneslarazon

Había voces ayer en La Croissette que criticaban a Oliver Stone por no haber mordido la manzana de la crisis financiera con todos los dientes en «Wall Street: Money Never Sleeps», la secuela de aquel filme de 1987 que hizo temblar a los «brokers» de Nueva York. Pero, qué quieren que les diga, visto lo visto en la muestra, que una cinta mantenga la tensión durante más dos horas es meritorio. Aunque para ello el siempre discutido y polémico Stone arme un filme hollywoodiense, filosofía de la que reniega en sus aventuras documentales. Puede que las hipotecas basura y la deuda tóxica que encendieron todos los pilotos rojos de la economía norteamericana en 2008, fecha en la que está ambientado el filme, sean sólo una excusa que utiliza Stone para recuperar a uno de sus malos favoritos, Gordon Grekko (Michael Douglas). Pues, si es así, bienvenida sea, aunque en esta ocasión es Josh Brolin quien pone la mordiente. El director se justificaba con que «éste es un filme sobre la familia. Habla de personajes que están buscando el equilibrio entre el poder del dinero y el del amor». Grekko sale de la prisión y nadie le espera en la puerta. Pronto empieza a llenarse las alforjas con las ventas de un libro sobre economía en el que nos advierte a los treintañeros que formamos parte de la generación ninja: «ni inversiones, ni salarios».

El valor de los rumoresEsta fama atrae a Jake Moore (Shia LaBeouf), novio de su hija y pichón aventajado del especulador. A partir de aquí, Stone hilvana sus particulares lecciones de economía con los desencuentros familiares. A saber: «Es insostenible que el 40% de los beneficios de la economía norteamericana provengan del sistema financiero», expone. O este otro: argumenta que un rumor para la Bolsa es mucho más trascendente que para la prensa del corazón, pues puede hacer caer un imperio en una tarde... «En 1987 pensaba que el capitalismo podía mejorar, pero no ha sucedido así, más bien se ha vuelto loco», declaraba ayer. El realizador tendrá una nueva tribuna para explayarse contra el capitalismo el día 18 en Madrid, cuando, aprovechando la Cumbre Iberoamericana, presente en España su documental «South of the Border», en el que elogia sin tapujos los movimientos populistas que arrasan en buena parte de Iberoamérica. Contará con la presencia de sus amigos Hugo Chávez y Evo Morales, lo que promete más de un titular. Douglas también tomó el micrófono para hablar de asuntos serios, pues comparte con su colega altas dosis de compromiso: «Estoy trabajando para que mi país firme el tratado de no proliferación de armas nucleares, y creo que con Obama va a ser posible», precisó el actor, encantado con encarnar esta nueva faceta del malo que debe empezar de cero. Respecto al impacto de la crisis en la industria de las películas, Douglas se puso aún más serio: «Los grandes estudios ya están restringiendo los presupuestos de cada película y se gastan menos en publicidad. El cine independiente tiene que buscar capital fuera y a veces se da la situación de que no pueden estrenar en Estados Unidos porque no tienen a nadie que arriesgue dinero para distribuirles».

Erotismo coreanoY bromeó sobre la relevancia que están adquiriendo las bolsas en la actualidad política: «Como se habla tanto de Wall Street, seguro que eso beneficia a la película». De momento, habrá que esperar hasta mediados de septiembre para comprobarlo. Mucho menos trascendentales son las intenciones de la coreana «Housemaid», «remake» de «La sirvienta», una de las obras maestras de la cinematografía oriental, rodada por Kim Ki-Young en los 60. Más bien todo lo contrario, viene a contarnos un cuento que hemos oído unas cuantas veces: muchacha humilde que llega a servir a casa de multimillonario con mujer embarazada para cuidar a su hijo mayor. Im Sang-soo, su director, se recrea en los detalles de una puesta en escena casi operística (le acompaña el tema, pues la mansión es un templo al lujo minimalista) y filma las mejores escenas eróticas que hemos visto en lo que va de edición, que hasta ahora no han sido demasiadas. Todo un ejercicio de imaginación que se malogra en algunos instantes con detalles un poco «kistch».