Europa

Turquía

No es Europa

La Razón
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Se lleva discutiendo décadas sobre la identificación europea de Turquía. Sólo el izquierdismo simplón considera que Turquía es Europa y tiene todo el derecho de ingresar en la Comunidad e instituciones del viejo continente. Turquía no es Europa ni participando en el Campeonato Europeo de Canicas sobre Grava. Y hay documentos gráficos que sirven más que mil argumentos sesgados para desautorizar a los defensores del europeísmo otomano. No se les antoja suficiente leer un poco la Historia y los hechos. Sobre el mapa, que no en la realidad, hay una pequeña Turquía europea y una inmensa Turquía asiática. Lo más europeo de Estambul es el Hotel Hilton, que es americano. Y hay decenas de miles de turcos que viven, visten y piensan como europeos frente a millones que se consideran inmersos en el islamismo. Y me refería a imágenes concretas. Ayer nos la proporcionaron. Una multitud islamista recibe en el puerto de Estambul al buque «Mavi Marmara», uno de los barcos de la flotilla fletada por el terrorismo palestino que navegó sin autorización por las aguas correspondientes a la franja de Gaza y fue repelida por el ejército de Israel. En la fotografía no se aprecian banderas turcas. Sólo palestinas.

Y no parece que a los organizadores de la provocadora patraña les haya servido la lección recibida. En marzo volverán a navegar hacia el enclave del terrorismo de Hamas, y en marzo disfrazarán de arriesgados héroes a los ilusos y los tontos.

Europa, eso tan difícil y complicado de unir, derrumbado el comunismo, no es sólo un continente geográfico. Es la síntesis de la libertad y el humanismo cristiano, desde la ortodoxia griega o búlgara –y muy pronto, la rusa–, al catolicismo francés, italiano, portugués y español, pasando por el luteranismo y el protestantismo anglosajón. Siglos de horror y de avances hasta alcanzar, al menos en teoría, la cumbre de los derechos humanos y la soberanía de la voluntad popular. El comunismo se fue a freír gárgaras y se respeta en Europa como el legítimo reducto de la más empecinada necedad. Los europeos han decidido perdonar a la presumible ideología más brutal y sangrienta de la Historia de la Humanidad. El nazismo y el fascismo, dentro de la gran masa de los ciudadanos de Europa, no son más que recuerdos y pegatinas, en tanto que el comunismo, el aplastado comunismo, aún cuenta en algunas naciones europeas con el respaldo amistoso de las instituciones. Hay derechas europeas que votan a favor de nombrar hijo predilecto de una ciudad a un genocida estalinista. Pero son excepciones que el tiempo, la sensatez y el civismo se encargarán de borrar.

El comunismo derrotado por su propio fracaso, se camufló en movimientos ya iniciados, dotándolos de fundamentalismo, de dogmatismo y de inflexibilidad. El ecologismo científico se convirtió en un ecologismo «sandía». El feminismo, en un ejército soterrado de histerismo sexual.

Y los grupos terroristas encontraron en la izquierda tumefacta por la caída de las piedras del muro sobre su cabeza, una benefactora constante. No sólo en Europa, sino más allá. El odio común lo protagoniza el Estado de Israel, que curiosamente, es infinitamente más europeo que Turquía, y como nación de Europa es aceptada en multitud de organismos sociales, políticos, económicos, militares y deportivos. Esa izquierda con chichones en la cabeza aún irreductibles es la que defiende a los terroristas de Hamas y los movimientos islámicos radicales de Turquía. Vean la fotografía. Si lo que se aprecia es Europa, hagámonos ciudadanos del Polo Norte. Y con entusiasmo.