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La Pascua pasada por Ángel Tafalla

Esperemos que el nuevo liderazgo político sepa motivar y utilizar a las FF AA, explicando a los españoles para qué sirven

La Razón
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La Pascua Militar es un acto entrañable cuyo origen y tradiciones se vienen recordando con frecuencia en multitud de medios. Pero también es –porque así ha evolucionado sociológicamente– la principal ocasión en que la ciudadanía oye hablar de sus FF AA. Esta pasada Pascua ha sido un poco especial pues el ministro de Defensa llevaba sólo algunos días en su cargo. La naturaleza del mando del Rey sobre las FF AA le obliga a mantenerse en un plano moral y aun así lo único algo concreto que hemos oído –sobre alguno de los peligros posibles al desarrollar la Ley de Derechos y Deberes– ha salido de sus labios. Rey y ministro son los verdaderos protagonistas de esta ceremonia en su presente carácter. Comprendo que este año su contenido haya sido algo vago. Pero es una pena que esta única ocasión anual no haya servido para orientar a la ciudadanía y a las propias FFAA sobre cómo pretende el Gobierno entrante acometer los graves desafíos que en los ámbitos de personal, operativos y económicos están planteados.

Quisiera desde aquí presentar mi versión personal sólo sobre dos de las numerosas cuestiones pendientes básicas: financiación y política de Seguridad, con la esperanza de que puedan sumarse a tantas expectativas e iniciativas como las que se abren en estas fechas. Al abordar el tema de la financiación surge de manera inevitable el asunto de la abultada deuda de Defensa, que en sus últimos meses en el cargo ha sacado a debate publico la directiva socialista del Ministerio. Sobre esta cuestión hemos sido varios los que ya hemos expresado nuestra opinión en diversos medios. No voy pues a repetir argumentos; pero ¿por qué, por ejemplo, Fomento o Sanidad no tienen deuda y Defensa sí? Lo de la deuda de Defensa parece enviarnos el mensaje subliminal de que los de este Ministerio deberían arreglar solos la desfeita y perdón por el galicismo.

Las soluciones a esta deuda, si son a cargo exclusivo del Ministerio de Defensa, son todas apocalípticas: cese total e indefinido de nuevas inversiones, ni un soldado o marinero más, etc. Los ejércitos son organizaciones básicamente jóvenes y prueba de ello es que el nuevo JEMAD tiene 58 años. Si el Almirante en la cumbre tiene esta edad ¿ cuál será la media del soldado en Afganistán o del marinero en el Índico ? Si no se renuevan, si se deja envejecer a las FF AA, se creará dentro de unos años un problema de relevo masivo de difícil solución. En cuanto a la transformación y modernización del material, el uso de la fuerza en los conflictos –que es la razón de ser de los ejércitos– exige un proceso continuo, pues nuestros hipotéticos adversarios también se están actualizando.

Cambiando ahora a la política de Defensa, creo que ya va siendo hora de sacudirnos el complejo por la retirada de Irak. Porque de Irak nos hayamos ido los primeros –y de malos modos– no debemos, por ejemplo, ser los últimos en salir de Afganistán o debemos permanecer en el Líbano entre tensiones e intereses que claramente nos superan. Tras Afganistán e Irak no creo que a los EE UU les quede apetito para más guerras de contrainsurgencia en Asia y así lo hemos visto confirmado por el presidente Obama la semana pasada. Todos hemos redescubierto lo que Napoleón aprendió en España hace más de dos siglos: lo difíciles que son las misiones que hoy denominamos como «nation building» y la perseverancia y el enorme esfuerzo que hay que realizar. Lo anterior no significa –a mi juicio– que deje de haber conflictos en el mundo ni que EE UU pueda renunciar a su papel de guardián global. Ni que este o futuros gobiernos españoles dejen de ayudarlos como hicieron sus antecesores. Pero si el centro de gravedad mundial se está trasladando hacia el Pacífico occidental, posiblemente hasta allí se desplacen también los conflictos que los suelen acompañar y que pudieran afectarnos sustancialmente en un futuro no tan lejano como quisiéramos imaginar. Nuestro mejor mecanismo para contar en el ámbito de seguridad en el Pacífico es que la OTAN se convierta en un mecanismo de estabilidad a nivel global. Esto es lo que deberíamos apoyar pues nos permitiría influir allá donde el destino del mundo globalizado se decida. La posible e inevitable evolución de una Unión Europea liderada y homogeneizada económicamente por Alemania puede arrojar aspectos preocupantes sobre nuestro peso colectivo en la Seguridad a nivel global. Los intereses de Rusia en Seguridad no van a coincidir –especialmente en Asia– con los europeos y nuestra dependencia energética de ella nos coartará siempre la libertad de actuación especialmente si no nos apoyamos en la OTAN, es decir en EEUU.

Esperemos que el nuevo liderazgo político que ahora surge en nuestra nación se preocupe no sólo de financiar, rejuvenecer y sostener materialmente a las FF AA para que puedan capear esta época de apreturas presupuestarias, sino que también sepa motivarlas y utilizarlas, explicándoles a los españoles para qué sirven y logrando con todo ello el reconocimiento internacional de que incluso en época de infortunio somos solidarios con la gobernanza mundial.

 

ÁNGEL TAFALLA
Almirante (R.) y miembro del Grupo ATENEA