Bruselas
«Llámame Freddy»
Aunque Rubalcaba se queja, la verdad es que más bien peca de una enorme generosidad esa tesis del PP, enunciada por Rajoy y repetida anteayer por Soraya Sáenz de Santamaría, de que «la agenda del Gobierno se ha entregado a los intereses tácticos de un candidato olvidando la situación de la economía española». ¿Y si dicho olvido es premeditado? ¿Y si no es tal olvido, sino parte de la propia táctica ru-balcábica, consistente en aplazar todas las reformas prometidas para que sea Rajoy el que tenga que afrontarlas al precio de la impopularidad? En ese caso, el periodo que se acaba de abrir –y que no se cerrará hasta la convocatoria electoral– va a ser lo más parecido a una película de terror de ésas del inmortal e imbatible Freddy Krueger. Consciente de su inminente derrota, el socialismo se estaría empleando a fondo en un programa de deterioro económico y civil que ponga las cosas más difíciles todavía a la derecha cuando tome el relevo. En ese caso, del tardozapaterismo y del postzapaterismo habríamos pasado al necrozapaterismo, al «misterio de la zeja incorrupta», a la zombización post mortem de la política que nos ha llevado a estas altísimas cuotas de miseria. Estaríamos no ante el «llámame Alfredo», sino ante el «llámame Freddy», ante una pesadilla en la que el «réquiem por el pepino español», los «indignados indignantes» de la Puerta del Sol y la reforma laboral que no contenta a Bruselas ni a los mercados ni al empresariado no serían más que simples y logrados capítulos del infernal y perverso guión.
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