Extremadura

El PSOE se moviliza para echar a Zapatero de la secretaría general

Hace ya meses que un importante cuadro del PSOE que recomendó a Zapatero que no desvelara la decisión sobre su futuro político, le apuntó la senda por la que transitar: «Mantener la incógnita hasta después del 22-M y si el varapalo de las urnas es inapelable, dimitir como presidente, forzar una investidura y dejar a Rubalcaba al mando del Gobierno». > El último parapeto del PSOE> IU no descarta la abstención para dejar gobernar al PP en Extremadura > Bono: el PSOE debe meditar sobre la derrota y no perder tiempo en cosas internas > Consulte aquí los resultados de las elecciones municipales y autonómicas

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El escenario pasaba por que Zapatero asumiera en solitario la responsabilidad de la deblacle, cortocircuitaba el discurso de la oposición de que el problema de la economía española es el presidente, acababa de un plumazo con la posibilidad de celebrar primarias para elegir candidato a las generales de 2012 y daba tiempo a Rubalcaba para virar el rumbo emprendido y despegar electoralmente. El presidente, que aquellos días escuchó muchas y diversas opiniones al respecto, declinó la llamada opción Calvo Sotelo cuando alguien le hizo saber que, además de Alfredo Pérez Rubalcaba, Carme Chacón tenía aspiraciones a liderar el PSOE. El «campeón» de la democracia interna y el «talante» no caería en el mismo error de Felipe González al designar sucesor a Joaquín Almunia o de José María Aznar con Mariano Rajoy.

Hoy, consciente de que los beneficios de someter al PSOE a unas primarias serían escasos y los riesgos, múltiples, el presidente no sabe hacia dónde tirar. La razón le dice que hay que evitar la división interna y convencer a Chacón de que no se enfrente a Rubalcaba y acepte una candidatura de consenso; el corazón le indica que, ante la duda, democracia interna.
Pero a estas alturas, con el hundimiento electoral del PSOE, una cosa es lo que crea, sienta o piense ya el secretario general de los socialistas, y otra, por dónde respira el partido. Y a tenor de las declaraciones públicas y los movimientos entre bambalinas, son mayoría los que sostienen que, sea como sea, hay que evitar unas primarias que abran en canal el partido.

Si el lunes la mayoría de la Ejecutiva Federal se pronunció en este sentido y clamó por una candidatura única, ayer ocurrió lo mismo en la reunión que el Grupo Parlamentario Socialista celebra cada martes en el Congreso. En paralelo, fuentes de toda solvencia sostienen que la «vieja guardia» del PSOE no sólo se ha movilizado para evitar las primarias, sino que se ha levantado en armas para frenarlas. En esta operación no sólo estarían veteranos socialistas como Felipe González, José Bono, Rodríguez Ibarra y Carlos Solchaga, entre otros. Todos ellos forman parte del Comité Federal, máximo órgano entre congresos, que tendrá lugar el próximo sábado.

Y se da la circunstancia de que coinciden con ellos en el planteamiento la mayoría de la dirección federal, aunque prefiere no hacerlo en público y también destacados militantes del viejo «guerrismo» como Txiqui Benegas, Franciso Fernández Marugán y el propio Guerra.
Sobre la mesa se han dibujado diferentes escenarios: que el Comité Federal haga uso del artículo de los Estatutos que le competen para impedir las primarias en los sitios donde se gobierna; que se celebre un congreso extraordinario o que el cónclave sea ordinario para renovar no sólo el liderazgo sino también el «aparato» del PSOE y el proyecto político.

La primera está descartada pues marcaría a Rubalcaba como un candidato elegido mediante el «dedazo». La segunda y la tercera pasan por la renuncia de Zapatero como secretario general. Y en eso anda el socialismo, se mire como se mire la operación: en desbancar a Zapatero y poner a Rubalcaba al mando. La mayoría de los barones territoriales –salvo José María Barreda y Tomás Gómez– apoyarían este escenario. De hecho, fue ayer Patxi López el primero en abrir la espita de un cónclave extraordinario.

Pero en las próximas horas habrá más voces que apunten en la misma dirección. La intención es que sea ésta una propuesta que se someta al parecer del Comité Federal de este fin de semana. Tras un congreso extraordinario que tendría lugar antes de julio y obligaría a dimitir a toda la dirección federal, se daría por supuesto que, una vez logrado el apoyo del congreso federal, el secretario general sería aclamado también candidato.