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De aquellos despilfarros vienen estos recortes
En la época de bonanza, las administraciones dilapidaron miles de millones en proyectos innecesarios. Buena parte del déficit es achacable a estos dispendios
MADRID- «Vamos desnudos, no hay un euro». El faraónico puerto de Laredo explica por sí mismo la frase pronunciada esta semana por el presidente de Cantabria, Ignacio Diego. El que fuera escenario de «peplum» como «El coloso de Rodas», allá por los 60, albergaba uno de los puertos pesqueros más activos del Cantábrico. En el otro extremo de la bahía de la Salvé, el club náutico acogía frente a Santoña la flota de recreo. Así fue durante lustros, hasta que al regionalista Miguel Ángel Revilla y a sus socios socialistas se les ocurrió, en plena burbuja, levantar un megapuerto que unificara ambos. Un año después de su inauguración, los amarres deportivos permanecen vacíos y las obras definitivas sin concluir. Los 90 millones de inversión no han servido para nada y no se pagarán hasta 2019.
Es sólo un ejemplo de cómo los dispendios cometidos en los años de bonanza económica están estrangulando las cuentas públicas. Los compromisos con Bruselas y la perspectiva de una caída del PIB en el entorno del 1,7% han afilado los cuchillos de todas las administraciones, que tratan de recortar gastos superfluos mientras terminan de pagar las deudas de sus particulares «hipotecas».
- Embajadas autonómicas. El Gobierno vasco dedicó 1,28 millones de su presupuesto a su «embajada» en Bruselas. Cataluña se gastó 80.000 euros al mes sólo en el alquiler de la oficina. Todas ellas deberán integrarse en las embajadas españolas dentro de la estrategia diseñada por el Gobierno para unificar la «marca España» y recortar los gastos de las autonomías. Según indicó esta semana el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, hay 132 «embajadas» autonómicas en los cinco continentes y más de un centenar de «delegados» comerciales. En total, el gasto ronda los 400 millones de euros. Cataluña y Andalucía, las que tienen mayor presencia exterior, son reacias a esta fusión.
- Infraestructuras. Cualquier directivo de las grandes constructoras dirá que España sigue necesitando determinadas infraestructuras para mejorar su competitividad y crecer. No es que España adolezca de ellas. El problema es, más bien, que, durante la época de bonanza, muchas de las que se construyeron no tenían razón de ser. Todas las terminales aeroportuarias abiertas en los últimos cinco años, por ejemplo, carecen de viabilidad económica porque su número de pasajeros es ínfimo y para nada justifican los 1.300 millones que se invirtieron en su construcción o remodelación. Tampoco el AVE escapa a las críticas. 45.000 millones se han invertido ya en una red de 2.665 kilómetros que muchos expertos tildan de excesiva para las necesidades del país. El año pasado, la usaron 22,8 millones de pasajeros. Sólo la línea francesa París-Lyon tiene más de 25 millones.
- Cultura y deportes. Con viento de cola, comunidades como Galicia o la valenciana acometieron faraónicas obras para albergar centros culturales. La Ciudad de las Artes de Valencia acabó costando 1.282 millones, cuatro veces lo inicialmente presupuestado, mientras que en la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela se han invertido ya otros 400 para unas obras todavía no terminadas. Eventos como la Expo del Agua de Zaragoza también han dejado un importante agujero. Presupuestada en 700 millones, el Tribunal de Cuentas ha detectado unas pérdidas acumuladas que superan los 500 millones. El velódromo Palma Arena no está ni homologado ni terminado pese a haberse invertido 110 millones de euros en él.
- Sanidad. Algunos de los despilfarros más sonados se produjeron cuando el PSOE gobernaba en Asturias y Castilla-La Mancha. En la primera, el ya ex presidente Areces decidió sustituir el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) por otro nuevo con un coste de 1.300 millones. El edificio fue construido con gran boato, hasta el punto de ser el segundo centro hospitalario de España en cuanto a tamaño, y a todo lujo. Las habitaciones de los enfermos estaban diseñadas para contar hasta con acceso a internet. En Castilla-La Mancha, el nuevo Hospital de Toledo no verá la luz en los términos previstos inicialmente porque no queda dinero ni para acabarlo. El centro, que iba a ser el más grande de Europa, se encuentra a apenas 65 kilómetros de Madrid.
- Subvenciones. Entre las primeras medidas que adoptó el Ejecutivo está el recorte de un 20% de las subvenciones a patronal y sindicatos. Las centrales recibieron sólo el pasado año 252 millones de euros.
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