Elecciones generales
Miedo mucho miedo
Mariano Rajoy últimamente habla como presidente, por eso estuvo magnífico, con sentido de Estado, en su declaración sobre el fin de ETA. El miedo puede venir de situaciones completamente opuestas. El líder del PP estará en cierta forma abrumado por las encuestas tan favorables, y todos los días se le suman más votantes, tantos que le puede terminar votando todo el censo electoral, salvo aquel primo díscolo que conocemos y con el que se llevó mal desde niño. Miedo positivo. En el otro extremo está Rubalcaba. Sus expectativas bajan de día en día, tan grande es la caída que, como dijo el señor Fraga de otro partido, el grupo parlamentario socialista que salga de las próximas elecciones puede caber, no digo en un taxi, pero sí en un microbús. Eso sí que es un miura de los que dan miedo, mucho miedo. Como nunca hay tope para las desventuras, el efecto ETA que puede ayudar al candidato socialista, puede ser arrollado por la encuesta de población activa, que se situará en los cinco millones de españoles sin trabajo. Récord verdaderamente indeseable que se lo lleva todo por delante. Hay mucha tragedia, incluso mucha hambruna tras la fría encuesta. El eficaz Rubalcaba se va quedando sin aliento, y lo que es peor, sin votos. Después de lo anterior, no hay más remedio que recetar varias pastillas de «optimistis». Para ello hay que agarrarse al primer tablón que flote, y precisamente flotando nos enteramos de que a Sevilla le ha tocado un buen premio en el eje ferroviario y fluvial europeo. El río Guadalquivir, el que siempre quiso y casi fue mar, traerá como en los tiempos en que nuestra ciudad fue la capital comercial del imperio, la riqueza. El nombre de punto estratégico de red transeuropea, tanto por agua como por tren, es una buena bonoloto. Así que hoy es día para la esperanza y la alegría. Ahora toca rezar para que lo prometido se lleve a cabo y no se quede en sueños de un día de otoño.
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