Viena
Viena con Gatti orden y control
Ciclo IbermúsicaObras de Berg, Beethoven y Mahler. Rainer Honeck, violín. Orquesta Filarmónica de Viena. Daniele Gatti, director. Auditorio Nacional. Madrid, 23 y 24 de mayo.
Las visitas de la Filarmónica de Viena conllevan siempre gran expectación, máxime cuando hacía cuatro años que se la echaba de menos en el ciclo de Ibermúsica, como se pudo comprobar en el lleno hasta la bandera del Auditorio Nacional. La orquesta que se ha escuchado estos dos días no está en su mejor momento y los metales lo atestiguaron especialmente. Su sonido, aun con todo admirable porque estamos hablando de una primerísima línea, quizá quede algo por debajo del Concertgebouw. Realmente sólo sonó como la gran Filarmónica de Viena en la propina: «Vida de artista», de Johann Strauss, que prácticamente toca sola. Hubo momentos magníficos en las maderas y, sobre todo, en las cuerdas, de enorme rotundidad en el primer tiempo de la «Heroica» o de exquisito lirismo en el último de la «Novena» de Mahler.
Resulta todo un lujo que un concertino pueda tocar tan espléndidamente el difícil «Concierto para violín» de Berg. Rainer Honeck supo además combinar la ternura del primer movimiento con la tensión dramática del momento cumbre en el «Adagio». Fue muy aplaudido por un público que no acaba de entrar en este tipo de obras y de ahí que su entusiasmo sea perfectamente descriptible. Daniel Gatti es un director cuyos méritos más sobresalientes quizá sean orden y control. Sin embargo peca de una cierta superficialidad y no posee ese don de los grandes que logran hacer que las notas sean algo más que notas. Por eso la «Marcha fúnebre» de la «Heroica» sonó «grande» pero no «grandiosa» y su «Finale» no alcanzó la electricidad karajana. Por eso la «Novena» no pudo compararse a aquella con la que nos sobrecogió Claudio Abbado en octubre. Se inició bien, decayó en el segundo tiempo y ascendió en el tercero para concluir en un buen «adagio», cómo no, machacado por la tos inoportuna y altisonante de una espectadora maleducada. Gatti debería intentar emocionar de otra forma que no fuese exagerando el rubato.
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