Lorca

«Dices que eres patriota y te llaman facha»

Cuádrense, por favor: están ante una alférez provisional de honor, ante la primera mujer española que juró bandera, ante una patriota, «aunque a veces me pregunto por qué : aquí gritas ¡viva España!, dices que eres patriota y te llaman facha».

La actriz, en su casa.
La actriz, en su casa.larazon

La cosa fue así: le dijo Luisa María a su maestro político y amigo Manuel Fraga que quería jurar bandera, y Fraga le dijo que no podía. El reglamento, ya saben. Entonces la Payán, muy Agustina de Aragón ella, se juró que juraría, aunque fuera en verso. Emilio Romero le escribió el poema "Sí, juramos"y ella lo recitó, vibrante, en el Ateneo de Madrid, ante la bandera. Pero ahora toca hablar de la película que el próximo viernes regala LA RAZÓN: «¿Dónde vas Alfonso XII?».

-Fue mi fallecido marido, Raúl Gilda, quien le recomendó al productor a Luis César Amadori, el director–recuerda Luisa María–. Fue un rodaje muy duro, muy serio. Yo era la infanta Cristina, que estaba llamada a casarse con el rey. Ella tenía 19 años y su hermana, María de las Mercedes, sólo 16. Y sucedió como en «Sissi», que el rey se enamoró de la hermana más joven.

-En el guión, el suyo era un buen papel...
-Sí, era una maravilla, pero lo dejaron reducido a nada. Paquita Rico, que estaba preciosa, tenía entonces 32 años y tenía que aparentar la mitad. Así que decidieron que no podían sacarme mucho a su lado, porque yo era mucho más joven... cuando debía parecer mayor que ella. Me envejecieron, y ni aún así me sacaban. Y encima perdí un contrato con José Tamayo para hacer de doña Inés en un «Don Juan» con Pepe Osuna.

-Paquita Rico era entonces una gran estrella. ¿Era fácil trabajar a su lado?
-Sí. Ella estaba muy metida en su papel. No comía para estar muy delgada.

-¿Y con Vicente Parra, el galán por excelencia de aquellos tiempos?
-Nos llevábamos muy bien. Luego hicimos en el teatro la obra de Emilio Romero «Sólo Dios puede juzgarme», que fue un escándalo.

-Lo recuerdo. Cuando la vestían de Cristina, ¿pensó que le hubiera gustado ser infanta o...?
-Para nada, ni siquiera princesa. Ni reina.

-Pero le tentó la política...
-Me tentaron, me propusieron entrar en ella. Mi maestro, Manuel Fraga, decía que el político debía saber tragarse un sapo cada mañana. A mí me gusta la política, pero no los sapos. Así que no me decidí a dar el paso.
(Paquita Rico y ella acabaron llamándose hermanas. La película llenó de lágrimas los cines de España. Luisa María llora poco: «No me lo permito, soy más bien dura; sólo se me humedecen los ojos con mi perrito, con las ternuras pequeñas; con los grandes dramas, cuando se supone que tengo que llorar, no lloro». Hizo poco cine, porque «lo que me ofrecían no me gustaba, y lo que me gustaba no me lo ofrecían; yo no quería hacer "La perseguida hasta el catre"». Tiene la cara dulce, la mirada dulce y la sonrisa dulce, pero, ojo, es actriz).

-Sí hizo mucho teatro...
-Muchísimo. Quizá no hice todo lo que me gustaba, pero sin duda no hice lo que no me gustaba.

-La película «¿Dónde vas Alfonso XII»?» se rodó en los 50, que eran los años duros del franquismo. ¿Cómo los vivió?
-Divinamente. Yo no corrí delante de los grises en la dictadura, pero sí en la democracia: salimos a la calle con banderas españolas y las víctimas del terrorismo, en una manifestación contra ETA, y Martín Villa nos envió a los guardias con mangueras. Nos mojaron.

-Casi todos dicen que lo peor era la censura...
-No era para tanto. Los autores presumían de tener obras prohibidas en los cajones. Murió Franco y no apareció ninguna gran obra. A veces me parece que he vivido en otro país. Nuria Espert dice que leía el «Romancero Gitano» de Lorca bajo las mantas y con una vela, porque estaba prohibido y la podían detener. No es verdad. Yo recité a Lorca en el franquismo.
(Trabajó muy a gusto con Pablo Sanz, Vicente Parra, Alberto Closas, Juanjo Menéndez, Alejandro Ulloa... Ahora hace, sobre todo, recitales de poesía. Va a volver con el espectáculo «Platero y yo». No es Luisa María de las que se fustiga por lo que pudo haber hecho y no hizo: «¿Para qué? Ya no tiene remedio, y yo soy una mujer muy práctica»).

-Volviendo a la otra película, a la jura de bandera. ¿Qué pasó después?
-Los socialistas me pusieron la cruz, como UCD, y los de Alianza Popular se metieron debajo de la alfombra. Me llamaron facha. Pues bueno.

-Envejece bien físicamente. ¿Y por dentro?
-Estoy triste. A mí me duele mucho España y no me gusta nada esta España que veo. Soy muy patriota.

-¿Y sabe porque es tan patriota?
-Me encanta la historia de mi país. Los americanos fueron a la Luna, pero los españoles descubrieron América y la colonizaron, que es una aventura humana mucho mayor. O eso me parece a mí.

(Nunca ha fumado ni ha bebido. Por el camino ha ido dejando aspiraciones, «metas a las que ya no llegaré». No se arrepiente de nada, pero sigue sin entender por qué aquí declararse patriota está mal visto. Cree que como te quiere un perro no te querrá nunca nadie).


Un taquillazo que arrancó lágrimas
«¿Dónde vas, Alfonso XII, / dónde vas triste de ti? / Voy en busca de Mercedes / que ayer tarde no la vi». Así era la canción popular con la que creció una generación jugando al corro y que dio lugar a esta película. La desgraciada historia de amor de Alfonso XII y María de las Mercedes hizo llorar a millones de españoles en el cine y cosechó una buena taquilla. El éxito fue tal que dos años después se filmó la continuación, «¿Dónde vas triste de ti», dirigida por Alfonso Balcazar, protagonizada también por Vicente Parra, que se consolidó como uno de los galanes más reclamados de la época.