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El cambio climático provoca «estrés térmico» a las mariposas y aves europeas
Las áreas de distribución de aves y mariposas europeas se desplazan hacia el norte siguiendo los pasos del cambio climático, un "viaje"que no es lo suficientemente rápido y que impide que estas especies puedan situarse en las zonas que les son más adecuadas, por lo que viven en un estrés térmico constante.
Este fenómeno, denominado "deuda climática", puede representar un problema para la conservación de la biodiversidad europea, según los autores de una investigación internacional -con colaboración de la Universidad Autónoma de Barcelona y que se publica en la revista Nature- que revela además que mariposas y pájaros se mueven hacia el norte a ritmos diferentes.
Los pájaros se encuentran 212 kilómetros alejados de sus áreas climáticas óptimas mientras que las mariposas lo están a unos 135.
Por ello, muchas especies que antes convivían en un mismo espacio ahora ya no coinciden por lo que los ecosistemas europeos están cambiando "a velocidades nunca vistas", señalan desde el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF en sus siglas en catalán) de la UAB.
Muchos pájaros que se alimentan de orugas de mariposas no tendrían alimento, y en general, esto podría repercutir en una menor disponibilidad de recursos para otro buen número de especies.
El trabajo demuestra que durante las dos últimas décadas, la distribución de las comunidades de aves y de mariposas en el territorio europeo ha ido respondiendo de forma descompasada al calentamiento global, una deuda climática que pone en peligro a las especies.
El estudio se enmarca en el proyecto MONTES Consolider que lidera el CREAF y en el proyecto europeo SCALA que coordina el centro alemán UFZ.
Los resultados del estudio muestran que, entre 1990 y 2008, la temperatura media europea se desplazó hacia el norte 249 km.
Para mantenerse en unas condiciones climáticas parecidas, las especies deberían haberse movido los mismos kilómetros en el mismo periodo de tiempo.
Sin embargo, este estudio revela que en promedio, las comunidades de aves en Europa se movieron hacia el norte sólo 37 km, mientras que las mariposas lo habrían hecho únicamente 114 km.
Por lo tanto, los investigadores alertan de que aves y mariposas no están siguiendo los pasos del cambio climático a una velocidad suficiente y que se está acumulando un desfase.
El estudio demuestra que la "deuda climática"y el estrés térmico hace que tanto los pájaros como las mariposas sean cada vez más vulnerables a posibles amenazas, apunta el doctor Constanti Stefanescu del Museo de Granollers de Ciencies Naturales, que ha participado en la investigación.
Para llevar a cabo este estudio los investigadores han calculado la temperatura media en la que vive cada especie, y a partir de este valor específico y de los datos de los seguimientos de aves y mariposas, la temperatura asociada a cada comunidad (CTI).
Analizando el valor del CTI para más de 10.000 áreas de muestreo de biodiversidad, desde Escandinavia a la cuenca Mediterránea, se ha observado que este índice ha aumentado entre 1990-2008 en una magnitud de desplazamientos hacia el norte sorprendente.
Esto no sólo se explica por la llegada de nuevas especies, sino también por cambios en la abundancia de las poblaciones, según los datos obtenidos en Finlandia, Suecia, Reino Unido, Países Bajos, la República Checa, Francia y España.
El incremento del CTI durante el periodo de estudio es manifiesto en la mayor parte de países europeos, pero los datos analizados revelan un desplazamiento hacia el norte mucho más destacado en los escandinavos, donde los efectos del cambio climático serían más pronunciados, que los mediterráneos.
En el caso concreto de Cataluña, los cambios observados no llegan a ser significativos, tal vez simplemente porque se cuenta con series temporales de datos más cortas o porque la respuesta a las variaciones climáticas habría sido de una magnitud menor.
El estudio ha sido posible gracias a los datos recogidos por parte de miles de aficionados a los pájaros y a las mariposas que, de forma voluntaria, han participado en los seguimientos de estos organismos en un total de siete países europeos.
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