Arenas movedizas

La Unión Europea, presidiada por España, ha parado el golpe. Mediante una acción coordinada ha frenando «in extremis» las tendencias, casi suicidas, de los grandes especuladores, que, como en las arenas movedizas, cuanto más querían ganar, más hundían los mercados. Dado que la economía productiva hoy mantiene muchas incertidumbres, y que los Estados tienen que endeudarse para recuperarla, el negocio seguro, pero menos rentable, está en financiar a estos últimos.Para que la deuda pública de un país rente más hay que cuestionar su solvencia, esa es la función de los rumores, las empresas de rating y algunos políticos. A partir de entonces se puede exigir un interés superior y así se cobran «el favor» de ayudarles, cuando están «en la difícil situación» que le has creado. Poco ético, pero muy rentable.No obstante, esas prácticas alimentan una espiral diabólica. Debilitan las economías a las que dice ayudar y con ella su capacidad de retorno, volviendo a encarecer el crédito. Esa dinámica se ha roto con el fondo conjunto. Los países pueden defenderse de los especuladores porque tienen un lugar donde conseguir recursos financieros sin estar sometidos a esas presiones. Por eso lo capitales que se habían retirado, esperando deuda segura pero más rentable, han retornado con fuerza a la bolsa. Parar el golpe no es resolver el problema. Continuará siendo necesario embridar los mercados y que la política sitúe los intereses de muchos por encima del interés para unos pocos.