Jubilación
Crisis es cambiar
Creo que esta crisis que azota a los países pudientes es una advertencia clara de la realidad: el sistema capitalista salvaje no funciona. No funciona. Y, desde mi mirada ingenua, voy a intentar explicarles por qué. Si desde el principio de los tiempos el mayor deseo del ser humano ha sido conseguir la felicidad, este sistema no da la felicidad. Ni siquiera a los que manejan la pasta, tampoco a los que manejan el poder. Quizá sólo da cierta dicha a los medio tontos que se conforman con «tener». Los que quieren «ser» andan tirando a desdichados. Vean, vean a los políticos. Sí, adrenalina tienen por un tubo; eso les hace reír, gritarse entre ellos, incluso decir tonterías enormes. Pero no hay que fijarse mucho para notar la poca luz que brilla en sus ojos. Zapatero y Rajoy parecen ya dos muñecos del museo de cera. Dentro de nada estarán apergaminados sin remedio. Ni el poder es feliz. De los que andan especulando con las finanzas sé menos. Pero conozco a algunos ricos empresarios y tampoco los veo yo muy contentos. Sufren de estrés, soledad, depresión. Es que el amor y la salud no se compran. Tendrán yates y casas y hasta miles de empleados. Pero yo no veo la luz en sus ojos. De todos los demás, esta inmensa mayoría de pringados que trabajamos duramente por salarios menores o mayores, o que ni siquiera pueden trabajar, ni hablamos.
Comprar y fingir no da la felicidad. Así que a ver si los buenos pensadores empiezan a inventar otro sistema. Aquí somos muchos los que estamos deseando.
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