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Fuenlabrada

El calendario

La Razón
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La versión concentrada de la NBA nos está deparando grandes momentos. Ricky, Marc, Pau, Calderón, Rudy –recuperaté pronto– e Ibaka están en la parte alta de casi todas las estadísticas y no hay resumen de las jugadas en las que no aparezca alguno. La competición está siendo divertida porque la mayoría de los equipos acumulan más derrotas de las que debieran. La culpa no es de una mala confección de los equipos ni de malos sistemas de juego ni de los entrenadores... El enemigo es el calendario. Cuando hay que competir a un nivel tan alto un día sí y otro también, y este año es literalmente así, pasan estas cosas. Unas veces no da la cabeza, otras las piernas y las menos, el corazón.
Aquí nos ha pasado algo parecido. Después de ver el partidazo de la Euroliga entre Unicaja y Real Madrid muy pocos fueron capaces de reconocer a los malagueños 48 horas después ante el Manresa. Perdieron los dos partidos, pero en el primero estuvieron brillantes y algunos jugadores rayaron a la perfección. Eso sí, decidió una genialidad de Mirotic. En el segundo, los malagueños no estuvieron. Hubieran perdido hasta con un equipo de la Liga kazaja. ¿Por qué? ¿Cambiaron los sistemas, los entrenadores o los jugadores? No. La acumulación de trabajo, de viajes, de emociones y de sensaciones llevaron al colectivo a desconectarse en Manresa. No hay un motivo concreto. Esto, que es un hecho aislado aquí, es habitual en la NBA. Por eso los jugadores se desenchufan tras los partidos. No les puede afectar un resultado como a los de aquí. Cuando acaba un partido casi empieza el siguiente. Es otro mundo. Por último, muchas felicidades a los coperos Lagun Aro, por hacer historia, y Fuenlabrada, por hacer realidad una utopía.