Escultura
Modernamente clásico
La muerte anticipada ha hecho mella en una generación de artistas de gran personalidad que se consolidó entre los 70 y los 80, años de la famosa Movida. Sigfrido Martín Begué, a pesar de estar encuadrado como uno más del grupo –pertenecía a él porque le gustaba tener un contexto–, fue una individualidad. Era un excelente pintor y dibujante, bastante complejo. En su reinterpretación de los clásicos existe una lectura muy contemporánea por su gran cultura pictórica, lo que le otorgaba una visión particular y única, una manera especial de abordar y entender la pintura, lo que ha dado lugar a equívocos.
Se le han colgado etiquetas como la de pintor «pop», «figurativo» o «realista», aunque la clave reside en su manera de leer e interpretar la historia de la pintura desde su profundo conocimiento de la misma. No resultaba ni obvio, ni evidente, ni artista de una primera lectura. No era un pintor para ser analizado por capas, sino desde la profundidad que le daba su enorme saber, su visión global de todas las épocas y estilos. Poseía un sentido muy teatral del espacio pictórico, de la composición barroca y arquitectónica.
Llegó a construir, incluso, unos «ninots» geniales para las Fallas . Su muerte es una pérdida sensible. Era inteligentísimo, ocurrente, brillante y un gran crítico de la realidad artística y cultural, además de un magnífico montador de exposiciones. Y es que Martín Begué sabía cómo interpretar la pintura desde la modernidad.
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