Japón

Kylián nunca sobra

El Ballet de la Ópera de Lyon sube a escena «One of a Kind» el mismo año en el que la CND le ha dedicado un programa

Una bailarina del Ballet de la Ópera de Lyon, en «One of a Kind»
Una bailarina del Ballet de la Ópera de Lyon, en «One of a Kind»larazon

Es conocido el celo que sufre el artista por que su obra permanezca incorrupta. Por la de los coreógrafos pasan bailarines, directores artísticos, repetidores y modas; su aspiración resulta casi utópica. La compañía que reponga la pieza es casi lo único que no escapa al control sobre su coreografía. Kylián se agarra a esta herramienta para mantener la esencia de su obra y sólo autoriza al Ballet de la Ópera de Lyon (además del Nederlands Dans Theater, del que es coreógrafo principal) a representar «One of a Kind», una de las pieza por la que el maestro ha pasado a la historia de la danza.

Deseos de libertad
Sin argumento, «One of a Kind» condensa sin embargo algunas de las grandes reflexiones que los artistas han intentado captar durante décadas, como es la disyuntiva en la que vive el individuo entre el deseo de libertad y la dependencia de la colectividad. La obra se estructura en solos, dúos y tríos que bailan alrededor de un violonchelista. «El punto de partida siempre es la música –explica Kylián–. Me gusta especialmente la música vocal porque, como la danza, nace del cuerpo del hombre. El sonido de un violonchelo es el que más se aproxima a la voz humana», añade.

Existe otro elemento permanente en esta danza que se debate entre momentos de tensión y serenidad. «Una de las bailarinas no desaparece nunca del escenario, donde improvisa. Ni siquiera en los descansos. Es el lazo que une pasado, presente y futuro. Se trata de un personaje zarandeado, maltratado, que pasa de mano en mano. Es la metáfora de la libertad amenazada», asegura el coreógrafo.

Japón es la otra gran referencia de «One of a Kind». Además de la influencia de la filosofía zen en los movimientos serenos, la escenografía, un escenario recortado por escultural móviles, es obra del arquitecto japonés Atsushi Kitagawara, que diseñó tres espacios acordes con el carácter simbólico de la obra: en el primero dominan gigantes dientes blancos, el segundo está compuesto por elementos móviles entre los que se mueven los bailarines, mientras que en el tercero bailan encerrados en una jaula dorada. «Es una pieza que tiene una relación especial con Japón», explica Yorgos Loukos, director artístico del Ballet de la Ópera de Lyon y uno de los artífices de la transformación de la compañía. «Ahora los bailarines están más cerca de los actores», comenta, tras adjudicar el mérito de la evolución de la danza sin necesidad de renunciar a la formación clásica a Forsythe y el propio Kylián. Es la segunda vez que las obras de Kylián se sube a nuestros escenarios este año (la otra a cargo de la Compañía Nacional de Danza), y ninguna de las dos sobra.

l DÓNDE: Teatro Real. Madrid.
l CUÁNDO: hasta el 9 de octubre.
l CUÁNtO: desde 34 euros. Tel.: 91 5160660.