Sevilla
Ben Baso pide un informe «definitivo» sobre el estado de Santa Catalina
Protesta frente al templo para reclamar su «urgente» restauración integral
SEVILLa- Mientras las administraciones siguen sin ponerse de acuerdo para acometer la restauración de Santa Catalina, la sociedad civil continúa movilizándose con el objetivo de alertar del mal estado del edificio y reclamar soluciones urgentes. Ayer le tocó el turno a la asociación conservacionista Ben Baso, que colocó un cartel en el templo a modo de «protesta luterana», tal y como aseguró su presidente, José Juan Fernández.
A su juicio, la desidia que sufre el templo «es una constante no sólo en Sevilla, sino en toda Andalucía». Una situación que se agrava cuando se trata de «edificios de titularidad eclesiástica», critica.
En las últimas semanas la polémica se ha avivado en torno a los informes sobre el estado del recinto. En un principio, se alertó del peligro inminente de derrumbe tras la aparición de varias grietas. Cabe recordar que el templo está cerrado a cal y canto desde 2004 y, a pesar de la reforma que se ejecutó en la techumbre, el resto de elementos están sufriendo humedades y otros daños que pondrían en peligro la estabilidad de la estructura.
El arzobispo, Juan José Asenjo, aseguró que cuenta con informes que descartan que el edificio sufra un peligro de derrumbe. De su lado, Junta y Ayuntamiento siguen reprochándose el escaso interés inversor para acometer los trabajos de rehabilitación. En este contexto, Ben Baso exige que se elabore un informe «definitivo» sobre el estado «real» de la iglesia, que dé pie posteriormente a la ejecución del proyecto de restauración integral.
Sin embargo, la asociación también maneja información sobre el estado del templo, que confirma que «no hay riesgo de derrumbe». «Hemos consultado el tema con varios técnicos y nos dicen que la estructura no está dañada», sostiene Fernández. En relación a la lucha que mantienen las administraciones, Fernández recuerda que «existe un compromiso escrito para aportar dinero», pero «el problema es que han llegado las vacas flacas y no hay fondos». Por ello, exige un «mayor compromiso» para acometer los trabajos.
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