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El Cid: «Preparamos algo importante para Barcelona»

Manuel Jesús «El Cid» pugnó hasta el último momento con El Juli, Castella y Juan Mora por alzarse con la Catedral de Manizales, el galardón que se le otorga al triunfador del serial colombiano.

 
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El diestro explica así su triunfal actuación: «Creo que es la faena más importante que he hecho en América, especialmente en mi segundo toro. Y conecté con el público; se demuestra que cuando haces el toreo de siempre, el clásico, el de verdad, llega a todo el mundo. Disfruté como nunca».

–Hace una campaña americana no muy intensa.
–Tampoco lo pretendía. Quiero sólo torear en ferias importantes, sin agotarme. Ya llegará la temporada española… Comencé muy bien en Valencia (Venezuela), con tres orejas. Luego en Cali, aunque no fueron toros muy propicios, corté una oreja cada tarde.

–¿Qué destacaría del público colombiano?
–Va con un espíritu festivo a la plaza, podría compararse a Francia en parte, pero con otro estilo. En Manizales creo que la gente es más torerista. Las faenas son más largas, no estás tan preocupado por el tiempo.

–¿Otros alicientes de torear en América?
–Convives más con los toreros, al compartir casi los mismos hoteles. Saboreas más la amistad con ellos.

–Enjuicie la pasada temporada española.
–Tuvo una primera parte muy dura, que coincidió con el periodo de la muerte de mi padre. Costó en las primeras ferias y hubo un bache evidente. Luego, hubo un punto de inflexión en Sevilla. Y a partir de ahí, fui recobrando la moral.

–Le intentaron «enterrar».
–Sí, pero a partir de Madrid, demostré que volvía a ser El Cid de siempre. Y, a lo largo de la temporada, cuajé toros importantes en Barcelona, Mont de Marsan, Albacete, Zaragoza, entre otras. En septiembre cogí muchas sustituciones por la lesión de Perera, y la cosa fue tomando altura.

–A usted, en cuando se duerme y falla, le retiran la confianza.
–Es mi sino: si fallo en más de una feria importante, la gente ya dice que El Cid está acabado, pero cada torero tiene su seña de identidad, y a mí me ha tocado esta. Otros diestros se mueven en otras claves, y les tienen más paciencia.

–¿Se acabaron los problemas con la espada?
–Creo que sí, he matado bien muchos toros, y ya se acabó aquella historia de El Cid fallando y perdiendo trofeos y puerta grande.

–Su fuerte es la izquierda, la poderosa zurda.
–Eso dicen, y me siento muy bien con esa mano, con la que he cuajado los toros más importantes. Tampoco desentono con la derecha.

–Como persona, destacan su humildad, no es hombre de grandes palabras, ni alardes.
–Dicen que se torea como se es: y yo reflejo en mi toreo la personalidad. Me encanta hacer feliz a la gente, con lo que sea. Y me expreso a partir del arte de torear.

–En lo personal, ¿qué importancia tiene su familia?
–Fundamental: mi mujer es un pilar fundamental en mi carrera, entiende mi profesión, y me soporta en los momentos duros. Y me ha dado las dos cosas más importantes en mi vida: mis dos hijos.

–El año anterior fue duro.
–Por lo que le decía de la muerte de mi padre: desde que le detectaron la enfermedad hasta que murió, fue una etapa muy dura. Pero hay que aceptarlo, venirse arriba, estamos aquí para algo, y tenemos que seguir para adelante.

–¿Por qué toreros siente más admiración?
–Todo el que se viste de torero merece mi admiración. Sin embargo, es un placer ver torear al Juli, que es «un perro de presa», a Morante, a Manzanares. Me gusta la competencia y disfruto viendo triunfar a los demás, sobre todo con toreros con los que me identifico.

–Lleva un binomio de apoderados desde hace mucho tiempo: Manolo Tornay y Santi Ellauri.
–Estoy muy a gusto con ellos. Tornay me conoce desde que era un chaval, procedente de una familia modesta, era muy amigo de mi padre. Con Ellauri tengo la complicidad de una edad más similar.

–¿Cómo ve el problema de Cataluña?
–Siento mucho lo que está pasando, pero estoy convencido de que la Fiesta no va acabar en Cataluña. Las figuras estamos preparando una cosa importante, que todavía no puedo desvelar. Y entre todos, vamos a conseguir que sigan los toros en Barcelona. Yo estoy loco por volver a esa plaza.