Cataluña
OPINIÓN: Queremos ver a Jesús
La Iglesia católica celebra hoy en todo el mundo el Domingo Mundial de las Misiones, entre nosotros abreviado como la Jornada del Domund. Este año tiene por lema «Queremos ver a Jesús», unas palabras del Evangelio de San Juan (Jn 12,21).
Tal petición fue hecha al apóstol Felipe por algunos griegos, llegados a Jerusalén con motivo de la peregrinación de la fiesta de Pascua. Esta misma petición resuena en nuestros corazones en este día de las misiones, cuando se nos recuerda que el compromiso de anunciar a Jesús recae sobre toda la Iglesia, que es «misionera por su propia naturaleza», como afirma el Concilio Vaticano II. «Como aquellos peregrinos griegos de hace dos mil años –dice el Papa en su mensaje-, también los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre de forma consciente, piden a los creyentes no sólo que les hablen de Jesús, sino también que lo hagan visible, que hagan resplandecer el rostro del Redentor en cada rincón de la tierra ante las generaciones del nuevo milenio, y en especial ante los jóvenes de todos los continentes.»
La Iglesia existe para hacer presente a Jesús y para anunciar su Evangelio. El impulso misionero no es una necesidad exclusiva de los llamados países de misión. Últimamente ha crecido en Europa la conciencia de que incluso las antiguas naciones de tradición cristiana necesitan vivir este compromiso misionero.
En este domingo del Domund, hago mío este deseo del Santo Padre Benedicto XVI, que ha titulado así su mensaje para esta Jornada: «La construcción de la comunión eclesial es la clave de la misión». La comunión eclesial nace del encuentro con Jesucristo. La Iglesia se convierte en comunión sobre todo a partir de la eucaristía, en la que Cristo, presente en el pan y el vino consagrados, con su sacrificio de amor edifica la Iglesia que es su cuerpo, nos une al Dios uno y trino, y nos une entre nosotros.
Sin embargo, este amor no nos lo podemos guardar para nosotros, como un bien que disfrutáramos dentro de nuestra conciencia o de nuestras comunidades. Todos nos hemos de sentir protagonistas del compromiso de la Iglesia de anunciar el Evangelio de Jesús. El impulso misionero siempre ha sido signo de vitalidad de nuestras comunidades cristianas.
La visita apostólica del Santo Padre Benedicto XVI a Barcelona los próximos días 6 y 7 de noviembre nos enriquecerá con su solicitud en favor de todas las Iglesias extendidas de Oriente a Occidente. Su presencia entre nosotros y su magisterio alimentará la apostolicidad y la catolicidad de nuestra Iglesia diocesana y nos ha de hacer más misioneros y más evangelizadores para que el Evangelio sea anunciado aquí y en todo el mundo. La visita del Papa puede suscitar nuevas vocaciones misioneras entre los sacerdotes y los laicos.
Cuando ya sólo faltan dos semanas para que tengamos entre nosotros al Papa, que vendrá a «confirmarnos en la fe en Jesucristo», hemos de sentir muy vivos los compromisos de dar testimonio de Jesucristo con hechos y con palabras, y de ayudar a los misioneros y las misioneras que tanto trabajan para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo puedan también, como aquellos griegos de hace dos mil años, «ver a Jesús».
En nombre de la Iglesia de Barcelona, deseo hacer un reconocimiento explícito y muy agradecido a todos los misioneros y las misioneras que dan testimonio de Cristo en los lugares más lejanos y más difíciles, a menudo con el sacrificio de su vida. Por ello hemos de acompañarles, sobre todo en esta jornada, con la oración y, a pesar de las dificultades económicas del presente, con nuestra aportación solidaria, que las Obras Misioneras Pontificias hacen llegar a las jóvenes Iglesias más necesitadas.
Lluís MARTÍNEZ SISTACH, cardenal arzobispo de Barcelona
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