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Un asesinato «perverso» por 22 años de cárcel
El tribunal considera que «Angie» mató a su amiga para cobrar los seguros
Barcelona- La Audiencia de Barcelona ha condenado a 22 años de cárcel a María Ángeles Molina, más conocida como «Angie», por asesinar a una compañera de trabajo y suplantar su personalidad para cobrar sus seguros de vida en 2008. Además, se le acusa de simular un crimen por móvil sexual.
La sentencia impone una condena de 18 años de cárcel por asesinato y de otros cuatro por falsedad documental en concurso con estafa. Además, «Angie» deberá pagar una indemnización de 220.000, aunque quedó absuelta del delito de usurpación de estado civil.
El fallo considera probado de modo «incuestionable» que Molina aprovechó su amistad con Ana María Páez y, movida por el propósito de obtener un beneficio económico, abrió diversas cuentas y suscribió pólizas de crédito con entidades bancarias a nombre de la víctima por un importe total de 102.000 euros, valiéndose de las facilidades que le daba su cargo de jefa de recursos humanos de la empresa en la que trabajaban.
El crimen ocurrió la noche del 19 de febrero de 2008 en un apartamento de alquiler de Barcelona, donde María Ángeles adormeció a su amiga con una sustancia que no se ha podido determinar, la asfixió con una bolsa de plástico que le puso al cuello y posteriormente la impregnó con el semen de dos gigolós para simular un móvil sexual.
Entramado sexual
El tribunal fijó para la acusada la pena en su mitad superior, teniendo en cuenta el «especialmente perverso» mecanismo de la muerte y la injusticia que supone que se aprovechara de la confianza de la víctima, a la que tendió el señuelo de una cita para cenar amparándose en su relación de amistad, y que «desplegara toda una actuación tendente a aparecer la muerte como acontecida en el marco de una relación sexual con unos hombres».
El fallo basa su criterio condenatorio ante el «cúmulo» y la «relevancia» de los indicios que incriminan a la acusada a la hora de urdir un «plan preconcebido» para hacer efectivo su «ánimo de lucro», aunque reconoce la «brillante defensa y el esfuerzo argumental, dignos de elogio» de su abogada, Carmen Gómez.
La sentencia ve confirmado el móvil económico y cree probado que la acusada, haciéndose pasar por la víctima y utilizando para ello pelucas, contrató desde dos años antes del crimen pólizas de crédito por valor de 102.415 euros y seguros de vida por valor de 840.000 euros, haciendo beneficiaria a una tercera persona, ajena a la trama.
¿Investigación insuficiente?
Pese al alud de indicios que recoge el fallo, el tribunal admitió que en la instrucción de la causa se ha producido «algún déficit» en la investigación y se han dejado de practicar algunas diligencias que podrían haber permitido un mayor esclarecimiento de algunos hechos. En su voto particular, el magistrado Pedro Martín no discrepa sobre la autoría del crimen, pero sí sobre las circunstancias de la muerte de Ana Páez y arremete contra la policía que investigó el asesinato, el instructor del caso y la Fiscalía por su «inexplicable decisión» de no analizar las muestras obtenidas bajo las uñas de la víctima para encontrar posibles signos de defensa que apuntaran a un homicidio, en vez de un asesinato.
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